Larry «El Asesino de Easton» Holmes nació un 3 de noviembre de 1949 en Cuthbert, Georgia. Pero se crio en Easton, Pensilvania. Y fue uno de los campeones mundiales más dominantes que la historia de la glamorosa división de los Pesados jamás haya visto. Tenía un jab que salía como un «bazookazo». Un movimiento exquisito que deleitó y fascinó a los especialistas. Para muchos el mejor jab de la historia. Era un bate de beisbol. Y el fue protagonista de una de las campañas de aniquilación más largas y cuestionadas de que se tenga memoria.
Larry Holmes se retira con un récord de aficionado menos que estelar. Termina con un modesto 19-3, es noqueado en la ante última y descalificado en su última eliminatoria olímpica. Y pasa al campo profesional. Nadie, pero absolutamente nadie, imaginó que iba a ser alguna vez campeón mundial. Hasta lo habían etiquetado de «amargo». Rompió con todos los pronósticos, con todas las bolas de cristal. Las detonó. Su ascenso fue rápido, abrupto, meteórico, y sin pausa. Viaje hacia lo más alto del «mundo boxeo».
Larry Holmes debuta con 23 años el 21 de marzo de 1973 ganándole por Decisión Unánime a Rodell Dupree. Aprendía sobre la marcha. Pero entrenaba bien fuerte. Y tenía la invaluable experiencia de haber sido compañero de guanteo nada menos que de Joe Frazier, Ernie Shavers, y de «El Más Grande de Todos»: Muhammad Ali. Lo contrataban porque era bueno y quería aprender. Y el iba porque le pagaban muy bien.
El 9 de junio de 1978 le gana a Ken Norton por Decisión Dividida el campeonato mundial Pesado del CMB en una «guerra mundial». Muy probablemente la mejor pelea de los Pesados en la historia. Norton era un campeón mucho más experimentado. Noqueador. Quien venía de ganarle y quebrarle la mandíbula nada menos que a Ali.
En la pelea, luego de un gran comienzo, Larry es llevado al infierno por Norton. Quien le recortó el ring y lo castigó severamente. Sobre todo en el cuerpo. Pero demostró huevos y corazón. Y no cualquiera los tiene tras ese bombardeo brutal. Retornó fuego contra fuego. Se llevó una decisión Dividida y sumamente cerrada.
Luego de ese batacazo, defendió el título la friolera cantidad de 20 veces. Pero ninguna fue tan dramática como esa guerra campal… Sin embargo, la gente lo miraba como «Un Campeón de Queso».
Inmediatamente, le gana al uruguayo Alfredo Evangelista por KO. A Ernie Shavers, a Mike Weaver, a León Spinks, Garry Cooney, a Trevor Berbick, a Tim Whiterspoon, destruye a una vieja versión de Muhammad Ali, a Leandro Snipes, y a muchas otras víctimas que fueron severamente molidas.
Muchos querían verlo perder, pero se comían el garrón de verlo vencer. Hasta que en septiembre de 1985 fue sorprendido por el campeón mundial Semi Pesado Michael Spinks. Por puntos contra toda lógica. Luego una versión rejuvenecida de Larry pareció haber hecho lo suficiente para ganar en la revancha, pero los jueces no lo vieron o quisieron verlo así. Holmes puteaba «en todos los idiomas». Era un ganador nato y le costaba mucho aceptar las derrotas. Y tener que ser un campeón anti popular.
Lo daban por muerto. Se la juega frente a un Mike Tyson en su mejor momento y es brutalmente noqueado. El apogeo de Holmes fue entre el 78 y el 83. Así que ya parecía haber perdido algo en el camino. Sigue ganando, entre ellos, a Ray «Sin Misericordia» Mercer, hasta que pierde con Evander «El Comandante» Holyfield en 1992 por Decisión. Compite y sumamente bien durante diez años más. Y se retira el 27 de julio del 2002. Ganando como casi siempre. Hoy, es una de las más grandes leyendas vivientes de este deporte. Junto a George Foreman.
Larry era corajudo, gran velocidad de brazos, pegaba en el aire, buena vista, mandíbula aguantadora, orgullo, pasión, movimientos laterales, y un suculento tamaño. Era un boxeador tremendo. Uno de los mejores Pesados de todos los tiempos. Si Joe Frazier es recordado por su gancho de izquierda, Mike Tyson por su ascendente, George Foreman por su derechazo, y Ali por su velocidad de piernas, Larry es rememorado por ese jab que sacaba como un cañón. Que fue el prólogo de palizas largas, sostenidas, y dramáticas.
Larry se levantó de caídas estrepitosas. Cayendo de cabeza a la lona muchas veces. Fue campeón durante siete años. Domino una Era. La gente jamás lo abrazó. Entreno mucho y cobro poco. No fue un campeón popular. Le faltó ganarse a la hinchada. Ser entrador. Se dice que fue porque no era político, no tenía carisma, y porque había «hundido» a muchos viejos y queridos «campeones de la gente». Y la gente no lo perdonaba por eso.
Lo que lo distinguió del resto fue su ética de trabajo y su dedicación. A sus condiciones naturales, le metió disciplina y orgullo. Ese es el legado de Holmes para las futuras generaciones de boxeadores. El hizo guantes por muchos años con los mejores. Los admiró, aprendió de ellos, supo escuchar, mirar, y dejarse guiar. Y por eso, el también se convirtió en el mejor.
Tras treinta años en el boxeo profesional (desde marzo del 73 hasta julio del 2002), se retira con un récord de 69-6, 44 KO. Con 21 de esas victorias por títulos mundiales. Y dejo el boxeo con una muy buena salud física y mental. Hizo una fortuna y logro metas mucho más allá de sus más alocados sueños.
Larry «El Asesino de Easton» Holmes en La Ley del Boxeo, mis queridos oyentes y lectores. O «El Campeón Despreciado». Pero no por nosotros. No fue «El Más Grande», no. Uno de los más grandes, sí. Guste o no guste. A Holmes… lo que es de Holmes. Espero les haya gustado. Nosotros tratamos. Y en eso siempre estamos…
LA LEY DEL DEPORTE
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