Luis Cirilo Gil (64-4, 24 KO) nació el 20 de julio de 1931 en la ciudad de Mendoza, Argentina. Y murió el 20 de julio del 2017 con 85 años de edad en la ciudad norteña de Salta «La Linda». Cirilo fue un campeón del boxeo y de la vida. Un ganador «donde pise». Un galán que rompió con todo tipo de prejuicios del estereotipo del boxeador. El hombre de nuestra historia conmovía a Buenos Aires con su pinta bárbara, y su zurda talentosísima.
Cuando el legendario entrenador «Paco» Bermúdez lo presenta en el Luna Park un 5 de marzo de 1954, todos quedaron sospechando, incrédulos, si el pibe era un actor de cine o un boxeador con «hambres de gloria». «¿Y este que está acá que anda haciendo?». No se conocía de alguien que conjugue esos dos perfiles hasta esa época. «Está más para modelar que para andar a las piñas con los pibes», decía por lo bajo «toda la gilada» de Corrientes y Bouchard.
Cirilo no tenía cortes, machucones, ni «cara de cárcel». Era fachero, cuerpo escultural, inteligente, y una sonrisa compradora y seductora. ¿Demasiado bueno para ser verdad? ¿Había sustancia debajo de esa imagen de «chico bien en todo»? ¡Todos querían saber de que madera estaba hecho el «modelito»!
Los muchachos aprendieron rápidamente que estaba hecho de la madera de don Carlos Suárez y de don Francisco «Paco» Bermúdez, uno de los mejores entrenadores de todos los tiempos. tipos que les enseñaban bien a caminar en el ring y en la vida. Uno de los mejores productos de la productiva fabrica del legendario Gimnasio Mocoroa. Como Pascualito, Loche, Ballas, Chacón, y tantos otros. Era de los tantos mendocinos que se «colgaron de los cielos de la gloria».
Gil era un esgrimista, un académico, egresado con todos los honores de la universidad nacional del pugilismo mendocino. Era técnico, pensante, contra golpeador y bien «pillo». Ojos bien abiertos, pensando, amagando y conectando. La cabeza, que es el control remoto del cuerpo, le funcionaba perfectamente. Cirilo rompió todos los moldes de aquellos tiempos. El periodista deportivo Ricardo Arias, según Osvaldo Principi, era anti-apodos. Solo estaba permitido con Pascual Pérez (Pascualito) y con Luis Cirilo Gil (Cirilo). A los demás… ¡Por nombre y apellido!
Como aficionado fue una leyenda. Ganó más de 170 peleas y únicamente perdió dos. Fue a los Juegos Olímpicos de Londres 48, pero no pudo pelear porque lo tuvieron que operar de apéndice y en forma urgente. Se tuvo que quedar «relamiéndose». ¡Increíble!
En una de las famosas tapas de El Grafico, la centenaria revista deportiva argentina, un periodista deportivo pregunta en su portada: «Perdón: ¿El Señor es Boxeador?». Se vendió como «pan caliente». Arrancaba su carrera de «Divo con Guantes». Lo apodaron: «El Galán del Cuadrilátero». Las mujeres de la época «suspiraban» por él y lo miraban de «reojo». ¡Las botineras existieron medio que siempre!
Cirilo Gil debuta como profesional un 19 de enero de 1952 noqueando a Ernesto Tello en la ciudad de Mendoza. Es profeta en su tierra ganando diecinueve peleas en la zona vitivinícola argentina hasta su pelea número veinte, donde debuta por primera vez en Buenos Aires. Fue un 5 de junio de 1954 ganándole por decisión a Oscar Schavelli. ¿Y? ¿El Señor era Boxeador? ¿Como? Un excelente boxeador. Terminó siendo un campeón argentino y sudamericano de los Welter (147 libras/66, 800 gramos). Genio y figura del Luna Park en la década del 50. El Luna explotaba los sábados para verlo a Cirilo, y luego la gente arrancaba a «romper la noche» por Buenos Aires.
Cirilo Gil se consagra campeón argentino Welter derrotando por puntos en el Luna Park al invicto Oscar «El Chino» Pita un 28 de diciembre de 1955. Y se consagra campeón sudamericano Welter ganando por KOT un 1 de agosto del 58 frente a su clásico rival Martiniano Pereyra, también en «El Palacio de los Deportes. Pelearon cuatro veces. Cirilo le gano tres. «Martiniano pegaba y hacia doler mucho», contó el hombre de la historia de hoy en La Ley del Boxeo, muchos años después.
Es ganador y perdedor del formidable panameño radicado en la Argentina Luis Federico Thompson. Por peleas de campeonato. Este último lo «retiró» en su despedida por puntos un 22 de agosto de 1959. Ya sufría de una lesión irrecuperable. Entre sus grandes hazañas están sus triunfos frente a boxeadores como Adalberto Ochoa, Alfonso Moreno, y sus cuatro inmortales batallas frente al pampeano Martiniano Pereyra. Cirilo era la velocidad, la finta, los reflejos, y ese movimiento de cuerpo elástico, atlético. Martiniano enamoraba cuando pegaba como una mula. llegaba y rompía… «Iba a lo pampa», como se dice en la popu.
En el plano internacional se quedó corto. Si bien fue muy competitivo, le faltó solo un poco para saltar las tremendas vallas que le pusieron. Enfrentó a rivales del calibre de los cubanos Isaac Logart, quien lo noqueo en nueve asaltos. Y el inmenso cubano Gerardo «Kid Gavilán» González por decisión. Los dos se escaparon con triunfos que lo habrían depositado en la elite mundial de la división. Donde se «corta la torta». Había menos divisiones y exclusivamente un campeón del mundo por categoría. Era muy difícil tener una chance para un peleador de estas «latitudes». Hoy Cirilo podría haber sido campeón del mundo Welter, por lo menos en alguna de las cuatro organizaciones reconocidas.
Al final de la década del 50 sufría de una lesión en el codo izquierdo, que lo tenía a mal traer. No podía pegar, fue casi un boxeador de una sola mano. Hasta que en 1960 «colgó los guantes» para siempre, porque ya se le hacía imposible ser competitivo a ese nivel y con ese dolor. Pero nunca descarriló. Todo lo contrario. Siguió honrando la vida. Siguió entrenando no obstante con menos intensidad.
Se enamora de su novia, se casa y se va para Salta «La Linda» a vivir con ella. Vive una vida de mucha admiración, prestigiosa, y encuentra una vejez llena de afecto, amor y felicidad. Gran vida y hermoso pasado como para recordar por el «espejo retrovisor de la memoria». Puso un gimnasio que lleva su nombre: Cirilo Gil. Le dio clases a chicos sumamente humildes del norte argentino. Cirilo «vivió y coleo» hasta los 85 pirulos.
El ante año pasado nos dejó un ejemplo positivo, integro, de que se puede tener una vida larga, con final feliz, y de abundante bienestar en el submundo del boxeo.
Hay muchas historias felices y admirables como la del mendocino Cirilo Gil en el pugilismo argentino… ¡Lo que pasa es que no son noticias! Los medios «bostezan» cuando se enteran. A los periodistas deportivos, lo que les gusta, lo que los excita, son los escándalos, las violaciones, y los asesinatos a sangre fría… ¡Somos tipos muy jodidos! Pero muy… ¡Eh! La Ley del Boxeo hoy quiere prolongar la vida, el nombre, y el recuerdo de Luis Cirilo Gil. Un tipo que en la vida fue un ser útil, sencillo y bueno. Adiós don Cirilo. Vaya con Dios campeón…
LA LEY DEL BOXEO (MATRIX 94.9).