Dedicado a Lisandro “Pelusa” Araya con mucho cariño.
Juan Domingo Suárez (26-5, 23 KO) nació en Federal, la norteña y tradicional ciudad entrerriana, un 1º de mayo de 1952, que en ese entonces era una villa que pertenecía al departamento de Concordia, y había que venirse hasta acá para sacar el documento, como para que se den una idea. Es sobrino nieto de Justo Suárez, el legendario “Torito de Mataderos”, el primer gran ídolo del boxeo argentino. Juan Domingo vivía en la zona de Campo de Mayo, y su viejo era ferroviario, jefe de estación, y se llamaba Alberio Suárez.
En el 61, cuando tenía 11 años, lo echan a su viejo del trabajo, en la época de Frondizi, entonces se compran un camión, y se van a Berón de Estrada, al norte de la provincia de Corrientes, donde ponen una panadería. Luego llegan a Buenos Aires, donde su viejo empieza a laburar en el puerto, y él se pone a jugar al futbol, como arquero, en Lanús, en donde se instalaron. Pero luego, su padre le dice que tenía que ser boxeador, él pidió que lo lleven, y fueron. Tuvo una entrevista en el Luna Park a los 14 años, e inmediatamente se puso a entrenar.
A los quince ya empieza su carrera como boxeador aficionado. Gusta mucho y se convierte en el terror del boxeo amateur, “pegaba y agujereaba”, tanto es así que el único que le gano en Argentina fue un futuro campeón mundial: Miguel Ángel Cuello, cuando Juan Domingo tenía 19 años y solo cinco combates, todos ganados por knockout.
Suárez, como aficionado, logro ser campeón argentino de juveniles novicios, novicios, y veteranos novicios. Ganaba todas por KO. Campeón del pre mundial, todas por la “vía del sueño”, y obtuvo el cuarto lugar en el Mundial Juvenil de Cuba de 1974, donde perdió por puntos frente al futuro famoso yugoslavo Mate Parlov.
Posteriormente, es campeón del pre Panamericano ganando a todas antes del límite. Y logra el tercer puesto en los Juegos Panamericanos de México 1975. Juan Domingo llegó a la cita olímpica de Montreal 1976, con 24 años de edad, y con mucha experiencia y triunfos por KO en el plano nacional e internacional.
En Montreal debuta con un triunfo por knockout en el primer round ante el francés Hocine Tafer. Una semana después volvió a la victoria de la misma manera, pero esta vez ante el húngaro Vilmos Jakab. Bombardeaba y desgarraba. Finalmente, por los cuartos de final, perdió ante el polaco Januz Gortat, por puntos. Y fue uno de los tres púgiles que obtuvieron un diploma olímpico en los Juegos Olímpicos de Montreal 1976, junto a Luis Portillo en welter junior, y Héctor Patri, en mini mosca. Así, cerraba su campaña como amateur, con 34 peleas, 27 victorias (22 KO) y 7 derrotas. Hizo todas las inferiores del deporte: jardín, primaria, secundaria, terciaria, y hasta carrera universitaria, antes de salir a las grandes canchas.
En su etapa como profesional, Suárez fue la gran atracción del público en distintos festivales, y una de las figuras que engalanaba las veladas organizadas por Juan Carlos “Tito” Lectoure en el mítico Luna Park. Tenía una “piedra” en la mano. Por eso era apodado “El Bombardero de Federal”.
Su debut como rentado fue el 30 de julio de 1977 frente a Carlos Araujo, venciéndolo por knockout en el primer round y abriendo una serie de 14 triunfos «al hilo» por esa vía. Luego noquea, también en el primero, a Juan Carlos Portela en Federal. Ya en la tercera debuta en el Luna, ganándole por KO 1 a Ismael González. En seguida le gana a Juan Carlos Cuellar en Concordia. Y nace una figura muy atractiva, invicto, olímpico, fachero, y noqueador.
Seguía siendo el monstruo de los semipesados, noqueando a Flores Furlong y a Ramón Cerrezuela en la segunda ronda, a Rubén González en la séptima, repite las victorias con estos dos últimos rivales, y también por la “vía rápida”. Fornido, musculoso, de 1, 80 de altura, pegaba fuertísimo, aunque también le entraban las manos. Por eso eran peleas de alta carga, de acción, drama y emoción.
Con esas notables estadísticas y en su condición de invicto, el federalense llega a luchar por el título argentino de los medios pesados ante el campeón Abel Celestino Bailone. El combate fue el 13 de octubre de 1979 en el Luna Park, con 20 mil espectadores, que en su mayoría esperaban una nueva y contundente victoria de Suárez.
A pesar de haber caído en el primer round, Bailone ratificó sus dotes para comenzar a revertir el adverso panorama, manejando la pelea y obligando al entrerriano, sentido por una serie de golpes, a retirarse en el noveno round. Y fin de su invicto.
La revancha no tardó en producirse: el 22 de diciembre del mismo año se volvieron a ver las caras ante 23.000 mil fanáticos, no entraba ni un papel… Y el resultado fue distinto, aunque no estaba el título en juego. Suárez se llevó la victoria por puntos, sin embargo, los mayores aplausos fueron para Bailone, por haber concluido el combate, a pesar de sufrir una doble fractura de mandíbula y terminar en el hospital. Los dos son eternamente recordados por llenar dos veces, con más de 20 mil almas, el Luna Park de Buenos Aires.
Sus condiciones fueron elogiadas por la prensa nacional e incluso desde El Gráfico le presagiaba un futuro como sucesor del campeón del mundo de los medios pesados, Víctor Emilio Galíndez, de quien llegó a ser sparring. Una producción periodística de esa revista titulada “El Campeón y la Promesa”, reflejó esa expresión de deseo que nunca se concretó.
Además de Bailone, únicamente Ramón Cerrezuela, Juan Carlos Fernández y Pedro Duarte, uno de sus grandes rivales, fueron los pocos que se dieron el gusto de ganarle. Otras notables victorias fue su KO 6 contra Cándido Barrera y Roberto Aguilar, su KO 1 frente a Cesar “La Bestia” Romero, y su KO 7 sobre Héctor Zamaro. Se retira por problemas en un ojo con una victoria por puntos frente a Pedro César Duarte, uno de sus grandes, un 5 de noviembre de 1982.
Entrenado por Ítalo Aldrovandi, en su camino dentro del profesionalismo, “El Bombardero de Federal” concluyó con un registro de 33 presentaciones con 26 victorias (23 por nocaut), cinco derrotas, y dos empates. Fue una promesa del boxeo argentino de la década 70, figura en los primeros años de los 80, demoledor, protagonista de grandes guerras, que tenía una pegada muy fuerte, pero que le falto algo más de defensa y resistencia en sus momentos más sublimes. Otro de los grandes campeones sin coronas.
Radicado en Buenos Aires, además de transmitirle su pasión por el deporte de las “narices chatas” a su hijo Emanuel, Juan Domingo Suárez se dedicó a la enseñanza del pugilismo en distintos gimnasios. A su escuela la llamó “El Torito Suárez” en homenaje al primer gran ídolo popular del boxeo argentino.
Hoy está bien, con su mujer, sus tres hijas y sus tres hijos, viviendo en familia, disfrutando y rememorando viejas y hermosas etapas de la vida. Al día de la fecha es una referencia obligatoria cada vez que un entrerriano pisa un ring capitalino y más aún si tiene el privilegio de llegar a la esquina de Bouchard y Corrientes, llenarlo de “punta a punta”, vivir sus mejores noches, y convivir con la gloria a fuerza de sus nocauts.
Ha sido un honor hablar muchas veces con él por teléfono, para reconstruir su vida y obra. Algún día, nos dijimos y siendo tan cercanos de donde vinimos, nos tenemos que juntar. Dicen que todo el pueblo de Federal escuchaba la radio cuando Juan peleaba… Jamás olvidarán aquellas inolvidables noches vibrando con la voz de Osvaldo Cafarelli, quien relataba, y “El Gordo” Horacio García Blanco, quien comentaba. Diciendo por radio Rivadavia: “Sube al ring del Luna Park, Juan Domingo Suárez, “El Bombardero de Federal”, el máximo ídolo local».
FEDERICO «LOBO» MULLER