Después de 100 años, el boxeo argentino no participará de los Juegos Olímpicos. Una disciplina histórica como el boxeo se quedó sin representantes durante esta ocasión de los Juegos Olímpicos 2024, que tendrán como sede la capital de Francia.
Paradójicamente, se cumplen cien años de conquistar las primeras cuatro medallas (Alfredo Copello, Héctor Méndez, Pedro Quartucci y Alfredo Porzio). Un síntoma ineludible del hundimiento del deporte argentino, ya que el boxeo es el deporte que más medallas nos dio en la historia a los Juegos.
El fin de semana el profesional salteño Ramón Quiroga, 11° en el ranking mundial mosca (AMB), hizo todo lo posible por lograr el sueño anillado, pero no alcanzó. Ni en las competencias selectivas de Chile, ni en Italia, ni en Bangkok, donde perdió con el ucraniano Dmytro Zamotev. Tampoco fue suficiente el esfuerzo de la bonaerense Florencia López en el ring de Tailandia, donde fue eliminada por la canadiense Mckenzie Wright.
La selección de los púgiles participantes no convenció mayormente. Se priorizó a boxeadores profesionales, sin roce internacional. Ninguno funcionó. O eres profesional o eres amateur. Hay que dejar de inventar. Más allá de que no hay un fenómeno o un «Pibe de Oro» o un «Golden Boy» ya famoso y con grandes contratos con empresas deportivas.
Los directores técnicos del equipo oficial, Fabrizio Nieva, Omar Narváez y Víctor Castro, experimentaron permanentemente con sus dirigidos. Y no fue beneficioso. Resultó inadmisible hacer combatir en quilates desorbitantes a nuestros jóvenes valores. Aparte de que les genera un gran riesgo. El único amateur puro, que combatió muy bien en los torneos previos, arrastraba una lesión en su mano y todo el ambiente lo sabía. ¿Qué pasó? Se resintió sobre la hora, desertó de ir a Bangkok y absurdamente no hubo un sustituto preparado.
Por último, no hubo fondos, más allá de los insuficientes aportados por el Enard para esta etapa clasificatoria decisiva. Hay que decir que el viejo complejo del Cenard no estuvo habilitado, se encontraba en paupérrimas condiciones y luego cerrado por remodelaciones. ¿A dónde vas a ir así?
¿No pudo la Federación Argentina de Box (FAB) conseguir dinero para sumar más representantes y tener más posibilidades de llegar a París? ¿No pudo una entidad que casi pone su reglamento a disposición de sus promotores y televisoras oficiales conseguir aportes económicos por parte de ellos?
Es importante hacer un poco de memoria: en diciembre del 2009, se había sancionado la ley 26573, que permitía la creación del Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (ENARD). El proyecto fue impulsado por la Secretaría de Deportes de la Nación y el Comité Olímpico Argentino (COA), con el objetivo de apoyar el desarrollo de deportistas.
Establecía que el ENARD sería financiado a través del impuesto del 1% sobre la facturación del servicio de telefonía celular. Fue una ley que rápidamente demostró su eficacia, porque el deportista de alto rendimiento pudo tener una beca más digna y le permitió a diferentes atletas entrenar, en mejores condiciones y competir en certámenes internacionales. Y se hicieron importantes centros de alto rendimiento.
Esto permitió proyectar y planificar, a largo plazo, y participar en más competiciones. Las becas mejoraron y la obra social permitía tener tranquilidad. Previo a la creación del ENARD, no había ni el presupuesto necesario ni la velocidad administrativa para acompañar a los seleccionados y a los deportistas individuales.
Pero años más tarde, la secretaría de Hacienda impulsó una reforma, con la idea de atraer inversiones y reducir la presión impositiva: una de las consecuencias fue la eliminación del Artículo 39 de la ley, y eliminar el impuesto que financiaba al ENARD, que pasó a ser subvencionado por partidas presupuestarias del Poder Ejecutivo Nacional. Luego de la decisión de eliminar el impuesto a los celulares, se acordó un monto de dinero que se estimaba, inicialmente, sería superior a los ingresos que se obtenían a través de los impuestos a la tarifa del celular, pero que la devaluación redujo significativamente y dejó desfinanciada a la entidad.
Ya últimamente no había plata para nada. Por lo menos al deporte casi no llegaba. Sé «la tomaban». Era un atraso total. Más vale te ponías a laburar. La falta de presupuesto genero que se deba participar en menos torneos, además de apoyar a menos deportistas y que los montos de las becas no se aumenten. O se corten. No existimos. Les pido que cuando terminen los Juegos miren el «medallero».
Como para ilustrar el zafarrancho, en mayo del 2021 se suscitó un conflicto por los atletas que debían participar en el Sudamericano de Atletismo que se disputó en Guayaquil. Semanas antes del evento, el ENARD anunciaba la reducción de la comitiva de deportistas que competirían en el certamen sudamericano. Solo estarían aquellos con posibilidades de podio o con chances de asistir a los Juegos Olímpicos… Finalmente, los atletas afectados pudieron participar de la competencia debido al… Apoyo de Santiago Maratea, un influencer local quien realizó una colecta para solventar sus viajes. Qué vergüenza.
Se debería regresar a tener una financiación como antes existía, volver a implementar el impuesto del 1% sobre la facturación del celular. O algo similar. Y así invertir más en infraestructuras, que haya planes para mejorar las condiciones de las federaciones, para realizar más torneos en distintas zonas del país. Y que nuestro deporte no se muera ni nos de tanta tristeza.
¿Les interesó a los dirigentes de la Secretaría de Deportes, Comité Olímpico Argentino, del Enard y la FAB la «suerte flaca» del deporte que más medallas le dio al olimpismo argentino? No. Confiaban en que les íbamos a ganar «con la historia», con el «peso de la camiseta», con la «mística». Pero eso hace rato que tampoco existe más.
FEDERICO MULLER