Cada uno de nosotros somos protagonistas de nuestra propia película, que se llama «Mi Vida». Y para develarla, debemos sacarle el velo, para eso deberíamos retrotraernos al pasado, al menos cerca del momento de nacer, o antes. Porque tenemos unos papas que incidieron en nuestros comportamientos, que también tomaron decisiones que repercutieron en lo que somos hoy. Por eso buceo en la historia de nuestros protagonistas, para conocerlos y entenderlos mejor. Traigo algo de su historia y su pasado, para re-cordar (tirar de la cuerda) lo más que se pueda.
Como lo que vio ella en el pasado con su padre y hermanos le gusto y emociono, ella lo practico, y «futurizó». Osea, lanzo sus pasadas viviencias deportivas familiares hacia su futuro y el de sus hijos. Así, algún día ella y ellos, puedan vivir similares momentos, que la marcaron, y gustaron. Que disfruten de entrenamientos, viajes, torneos, y competencias.
Su apellido remite inmediatamete a las Pruebas Combinadas. Por su padre, sus hermanos, y su marido. La protagonista ha sido muy conocida como «la hija de», «la hermana de», o «la mujer de», pero tiene una historia tanto o más rica (sin ofender «Gurises») que los otros. Y bastante desconocida para el mundo del triatlón. Mantiene un perfil bajo, y cumple con muchos roles, por eso queremos levantar el telón de su vida y obra… Y, repito, develarla. Le damos la bienvenida a María Constanza Ricagno a «La Ley del Deporte»:
«Hola Fede, como estás. Te cuento, mi mamá Ana María, fue bancaria de toda la vida, laburadora a más no poder. Es la que se ocupaba de nosotros siempre, y estaba encima de todo. Mi papá «Rulo», que ya no está físicamente, pero nos acompaña desde su lugar, tenía un quiosco en La Rioja y Salta. Y hacía muchos deportes. Es quien nos inculcó la actividad física, y la disciplina, y por eso los tres somos profesores de educación física».
“Yo soy la mayor, luego viene Diego, que es obsesivo con el entrenamiento, con hacer todo lo que se debe para poder obtener su mejor nivel. Lleva una vida muy prolija y meticulosa. Le gusta que este todo en su lugar, es muy perfeccionista y muy buen hermano. Hace triatlón, hoy está lesionado, y viene del Mountainbike».
«Y, ya con unos cuantos años menos, viene Ale, un poco más descontracturado, relajado que Diego. Pero también súper disciplinado, y un apasionado por lo que hace. Siempre con una palabra de aliento, «vos podes», «seguí para adelante». Fue el campeón del tría en varones, simultaneamente conmigo, en el campeonato Jeep, e hizo fútbol».
«Yo fui al jardín de la Bancaria, por La Rioja y Salta, a una cuadra del kiosco de papá y a un par de casa. Después al colegio San José: donde hice primaria y secundaria. Que en ese momento era solo de mujeres. “Gero”, mi hijo mayor, ya termino ahí, e Inés y Lucas, los que le siguen, van. La elegimos con el papa, porque es una gran institución”.
“Me crie en Alberdi y La Rioja, donde hoy esta nuestro local de ropas Sonder. A tres cuadras del kiosco de papa. Así que imaginate que La Rioja era un ida y vuelta todo el día con los Ricagnos. Iba mucho al kiosco, donde hoy vive «El Ale», de chica con mamá, y de más grande ya me quedaba a trabajar, de remplazo, cuando papa tenía una carrera, o un viaje. Me encantaba».
«El hacía windsurf, éramos chicos, y nosotros íbamos a acompañarlo. Mientras el estaba con sus amigos en el agua, que en ese momento eran «El Toto» Satalia, «Tote» Amengual, Carlitos Burna, Tomas Otaegui, «El Enano» Mondolo, (toda la primera camada de deportistas de pruebas combinadas), las mujeres se quedaban en los autos. Y los hijos, jugábamos todo el día adentro de la Trafic del «Toto» Satalia».
«Empecé con danza a los tres años, tres años y medio. Iba con Roxana Belli, a dos cuadras de casa. Hice casi toda la carrera ahí. No termine porque cuando tenía 12, y me faltaba ya poco, me fui con una amiga, María Paula Jorge, a mirar gimnasia artística, la acompañe, me fascino, y fue «amor a primera vista». Era en calle Ramírez, con «El Ruly» Estcher. Me hervía la sangre para hacer todo lo que ellas hacían. Me fascino, nunca lo había hecho ni visto, le conté a mis papás, me dijeron que sí, que era hermoso. Pero tenía que terminar danza, ya que restaban muy pocos años para obtener el título».
«Hasta que un dia le hable a mi amiga, que yo quería volver. Le insistí, le pregunte a «Ruly», si se podía. Primero me dijo que no, aunque yo no me podía mantener más sentada. Hasta que me llamo, y me dijo que haga. Pero que hable con mis papás primero. En mi casa insistían en que no podía. Así fue que sigo danza varias clases más, hasta que empecé a faltar… no lo podía evitar, y marchaba hacia gimnasia».
«Un día la profe la llama a mi mama y le pregunta: «¿qué pasa con “Coty”, que no está yendo a danza?». Previa «cagada a pedo», me presionaron: «¿A dónde iba?, ¿qué hacía? ¿Con quién estaba?». Les dije que en gimnasia artística, que me gustaba mucho, y que quería seguir. Hasta que me los gane por cansancio”.
“A danza no fui más, porque lo otro verdaderamente me atrapo. Estuvimos en el Centro Español mucho tiempo. Adentro, donde hoy está la cochera, y está techado. Ahí estaba la viga, y los elementos, antes de la cancha de básquet, y me quedaba todo el día ahí, feliz de la vida. En teoría el entrenamiento era de dos horas, pero comía, hacía las tareas, y a las dos, dos y media, ya me iba a entrenar, iba a todos los grupos, pasaba uno y yo quedaba. Eran las veinte y seguía haciendo. Veinte y treinta me avisaban, me elongaban, y me iba rápido a casa. Para las veintiuna y treinta, cuando mi papá cerraba el kiosco, tenía que estar comida, bañada y con la ropa lista para mañana. Mama me quería matar. Yo justo llegaba… Ahí escuchaba el Peugeot 504 de Papa que daba la vuelta, entonces hacía todo rápido para estar acostada, sin que se enterara. El entraba, nos daba un beso a todos, nos apagaba la luz, y yo aún despierta… Recién llegada».
«En gimnasia competí varios años, fui a nacionales, me fue muy bien, y me obsesioné. Además hice el curso de juez, entonces participaba y juzgaba. Eso me pagaba gastos y abarataba. Hasta que un día “Ruly” tuvo un accidente (chocó en la moto contra un tren, y se mató). Nadie lo podía creer… (quien esto escribe tampoco, porque al otro día jugaba un campeonato de padle en sus flamantes canchas de Lamadrid y Juan B. Justo, ademas de ser su alumno en natacion en el CHC). Fue muy doloroso y horrible. Revolución, nos quedamos sin profesor, ¿y ahora que hacemos?, ¿con quién quedamos?, ¿quién nos enseñará? Encima lo adorábamos”.
«Un mes antes de que pase esto, paso Guillermo Avío, tipo de pasante, y venía con técnicas nunca vistas por nosotras. Entonces sigue el, en reemplazo de Ruly. Pero yo estaba cerrada, le hacía la contra, todo al revés, continuaba haciendo lo que me habían enseñado, comparaba y me cerraba. «Guille» siguió con las clases, fue una época bastante complicada para mí, yo no aceptaba el cambio, me costaba. Estaba muy identificada con “Ruly”. Encima que no estaba más, debía aguantar a este chico, a quien me costaba tratar… La estaba pasando mal».
«Finalmente me voy con “El Jo” Sbresso y “Katy” Busamia, al Olimpo. Y empecé ahí, donde entrenaban pero no competían, que era lo que a mí me encendía. «Guille» me llamaba, me hablaba, decía que las chicas querían que vuelva, que me reincorpore, que me extrañaban, después de unos meses vuelvo al Centro Español con él, y al tiempo nos fuimos al Azarian. «Guille» nos fue llevando, de a poco fui cediendo, «bajando».
«En octubre clasifico al Nacional, que me coincidía con mi viaje de estudios. Nunca titubee y decidí irme, no había dudas, estaba convencida de lo que hacía. Compito, me fue muy bien, aunque mis compañeras no lo podían creer. Yo hice carrozas, iba al galpón, trabajaba, desfiles, fiestas, todo de diez, pero llegaba la hora de entrenar, y chau».
«También hice patín artístico. Mi papá patinaba, hacía hockey sobre patines, el me llevaba a una pista en la costanera. Iba con «Yelita» Quintana, profe y compañera de papa. Hicimos festivales donde participabamos juntos. Recuerdo que a él le encanaba hacer piruetas (ya a esta altura de la nota tengo que decir que Coty se emociona mucho y se le corta la voz muy seguido cuando la invaden las emociones), hasta saltaba sobre las sillas con los patines puestos, impresionante, e inolvidable. Y mucho patin en velocidad».
«En verano iba al recreativo de Los Yaros, y ahí aprendí a nadar con el profesor Camino. Tenía como cinco o seis años cuando arranque. Mi mamá iba al pontón del Regatas, entonces también empecé a ir ahí, con «El Pollo» Alvez. Me acuerdo de que nadaban en el plantel de competición Valeria Martínez, Cristian Wilson, y yo quería andar como ellos. Llegar a ese nivel, pero iba más atrás. Igualmente me gustaba verlos nadar, tratándoles de llegar»
«En la secundaria papá estaba siempre haciendo deportes. Por épocas, a veces bici, otras corría, o pruebas combinadas. Recuerdo los pentatlones, wind surf, kayak, natación, las disciplinas iban cambiando, y nosotros siempre lo acompañábamos. El me enseñó a andar en bicicleta con cambios. Me la prestaba y yo daba unas vueltitas. Cuando entrenaba para el penta e iba al lago, yo lo acompañaba en la bici. Y cuando había a una carrera, me seguía quedando en el kiosco, de kiosquera, haciéndole el aguante».
«Cuando termino mi secundaria tenía claro que quería estudiar Educación Física, y decido ir a Santa Fe. Hice el examen de ingreso y me fue muy bien. Obtuve el primer lugar entre las chicas. Al principio transito el instituto extrañando, hasta que me hice de amistades, un grupo re lindo. Pero los fines de semana me quedaba sola, ya que los que estudiaban ahí, se iban a sus casas que estaban cerca… como Paraná, Rafaela, Esperanza, por decirte. Y yo no podía hacer tantos kilómetros».
“Allá quería seguir haciendo gimnasia, pero el profe de mi instituto me dijo que no. Que era solo para varones. Insistí, hasta que me dijo que vaya, desde ese día, nunca más deje de ir. Seguir entrenando, aparte en un gimnasio de gimnasia artística, me hizo conocer profesores, que permitían que entrene cuando podía y alguna «changas» conseguía».
“Los deportes con pelotas me costaban mucho, como futbol y básquet, por ejemplo. Con profes exigentes y yo no sabía sobre esas disciplinas. “La Mely”, mi amiga de Esperanza, me mataba entrenando, así que pude aprobarlas y terminarlas. Las otras no me costaban tanto”.
“Empezando tercer año, en el año 97, empecé a salir con Mateo, y arrancamos nuestro noviazgo. En el 98, me recibí de profe y me vuelvo a Concordia. En el 99, ya Mateo tenía en claro que iba tener un gimnasio. Por suerte mis suegros tenían la posibilidad de hacerlo. Entonces se empezó a dar forma al proyecto, y así comenzaron con la construcción. Durante ese año yo daba clases en el Azarian, en Maranhao, hacia reemplazos. Clases de aeróbic, lo que salga”.
“Ese año empecé a correr carreras de calle, de 5, de 8, algunas de 10 kilometros. No es la disciplina que mejor me iba, pero me gustaba mucho. Siempre me gusto hacer deportes, y eso era algo diferente. O lo acompañaba a mi papa, cuando volvía al mediodía, no comía, y nos íbamos a correr, o a andar en bici”.
“Empezamos a vender ropa de Sonder con Sonia, mi amiga de Paraná. Ella tenía la venta exclusiva en Santa fe y Paraná. Vendía con un bolsito. Además trabajaba de personal training. Con esa platita me compraba ropa de Sonder y las vendía acá en Concordia. Me encargaban y las traía. Me veían esas calzas de lycra, y decían: «que lindas», «son re diferentes», «que hermosa», «donde la compraste», «quiero una». Entonces le sugeri a Mateo con seguir con eso».
“Llamamos a Sonder, viajamos con Eduardo Cutro, el dueño de Corner, a comprar, nos llevó en su auto a Rosario. Nosotros nos gastamos unos pesos y el, en unas horas, millones. Arrancamos con el bolsito, e íbamos por las casas mostrando. Así comenzamos, en el 99, medio que como vendedores ambulantes. Y en el 2000, ya abrimos el gimnasio, y ahí pusimos el local adentro. Yo, de lleno con la gimnasia artística, tenía muchos alumnos, íbamos a torneos, encuentros, exhibiciones, esa también fue una época muy linda».
«Mientras tanto sigo corriendo y haciendo Mtb en algún momento. Corría mi papa además, y como íbamos todos, para no estar ahí sola mirando, me daban una bicicleta y salía”.
“Trabajo en la escuela Comercio desde hace 22 años como Preceptora.. Me encanta. Al mismo tiempo como Profesora, primero con 18 horas y luego baje a 8, cuando ya pude económicamente «aflojar», para poder estar con mis hijos que eran chiquitos, entrenar y no andar a las corridas».
«Me faltan cinco años y me jubilo. No veo la hora, pero para poder tener esa mañana medianamente libre, y entrenar dos o tres horas y volver más tranquila. Ojala las ganas y la salud me sigan acompañando (se emociona). Pensándolo así, son muchos años ya en la escuela y en la docencia”.
“Entrenar trabajando y con tres hijos es complicado pero se puede, si uno tiene ganas, y ama… Se necesita de organización y apoyo. Ser estructurada. Yo arranco mis días temprano, a las 6 o un poquito antes. A las 7 llevo los chicos a la escuela y ya me voy a Comercio y mediodía los busco. Hay que organizarse, hacer un cronograma, y los gurises tienen que poner de ellos también. O nos organizamos con las abuelas, que nos ayudan mucho, ellos luego van a otras actividades extra curriculares de tarde».
«Ahora “Gero” ya va a la Facu, “La Ine” a la secundaria, y solo “Luquitas” a la primaria… Ya están mas grandes… A las cuatro, cuatro y treinta empiezo a llevar a los chicos a fútbol, inglés, danza, voy al local, sigo trabajando, organizando la ropa, comprando, vendiendo, haciendo mandados, compro cosas para el Gym, el local, la casa… Más tarde tengo que dejar listos a los chicos para cenar. Y tres noches a la semana, me voy a nadar, como puedo, muy cansada, por eso ya tengo el bolso en el auto hecho».
«En verano entreno antes. Salgo de madrugada, a las 5, y para a las 6 y treinta estoy lista para la escuela. Y al mediodía natación. Si uno se organiza, le pone ganas, se puede, a veces vienen otras cosas que se suman, otros compromisos, que te van cargando… Pero siempre voy a buscar hacerme mi espacio para entrenar, porque me da equilibrio y bienestar”.
“Con la ayuda de Mateo, nos organizamos. El siempre esta y me asiste en todo lo que necesite. Siempre le agradezco todo lo que hace por nosotros. Para yo poder llegar bien, si tiene que dejar de entrenar, o entrenar menos, lo hace. O quedarse a cocinar, cocina, o estar con los chicos para que yo pueda terminar mis entrenamientos, lo hace».
«Por suerte a los dos nos gusta lo mismo entonces podemos entender al otro cuando está cansado, o no puede esto o aquello. Y mis hijos son adaptables, a todo, ellos desde que nacieron están en esta vida (se emociona otra vez). Fines de semanas de viajes, carreras, entrenamientos, y nos acompañan. Nuestra vida pasa por el deporte. Para ellos es normal, y nunca se quejan, a mí me encanta que estén. Familiarmente una está tranquila, y es nuestra vida de familia».
«Había nadado, corrido, y pedaleado, pero no tenía tiempo de hacer triatlón. Hace más o menos diez años que arranque como se podía. Haber ganado el Circuito Jeep Costa del Río Uruguay, significa mucho para mí, engloba muchas horas de sacrificio, a como dé lugar, con el grupo y con mi «compañera de mil batallas»: la Pia».
«El objetivo era hacer todas las fechas o todas las que más pueda. En la quinta me entero que podía llegar a campeonar, que era impensado totalmente y sucedió. Jamás sospeche, cuando arrancamos, que eso se podía dar. Ya que soy muy consciente de que mis condiciones, si bien no son malas, no son muy buenas, y hay gente más joven, más rápida, y con mejores tiempos que yo».
«Cando gane me vinieron muchas cosas a la cabeza, todo lo que uno hace durante el año, lo que deja y sacrifica… Yo creo que la clave fue la constancia. Ese paso, de darle todos los días un poquito, dio sus frutos, y es lo que más valoro”.
«Muchas gracias «Fede» por la nota, la pase bárbaro, genial, me encanto hacer memoria y encontrarme con mi pasado, repasar tantos años de vida, de cosas que tenía olvidadas (se le quiebra la voz porque es muy sensible y emotiva tanto es asi que no quiso hacerla «al aire» por eso). Por poder contarle a la gente como fue mi vida, que muchas partes no saben. Y sentir todo eso que me sucedió. Esta soy yo, y es un privilegio poder seguir haciendo lo que me gusta, ya bastante cerca de los cincuenta (47, nació el mismo día y año que quien esto escribe)».
Es bueno contarlo y que quede registrado lo acontecido por esta mujer, que cumple todos los roles. Asume el rol de esposa, de madre, preceptora, jefa, entrenadora, hermana, amiga, hija, y como si fueran pocas las funciones sociales, se hace un tiempito para cumlir con el rol de deportista. Y con el mismo esfuerzo y compromiso, como si fuese su oficio.
LA LEY DEL DEPORTE