El ucraniano Olexsandr Usyk (101.900 kg) marchó hacia el ring en Riad (Arabia Saudita) lleno de rabia y de fe. Con un gorro de pieles de las estepas y un uniforme cosaco que lo motiva para desafiar y vociferar ante quien sea sobre la invasión a su Crimea del alma y politizar en estos tiempos, con su mensaje en los medios de prensa, por los ataques rusos que ambicionan la conquista de su tierra.
Con todo esto en su mente, se convirtió en un batallador inquebrantable –en lo físico y mental- y batió por puntos en modo inobjetable y en fallo dividido al inglés Tyson Fury, en una muy buena disputa por la unificación del título mundial los pesados, ante el asombro del público que colmó el Kingdom Arena de Riyad, en Arabia Saudita Los jurados marcaron: 115–112 y 114-113 para Usyk y 114-113 para Fury. LA NACIÓN registró un puntaje de 115–112 para el ucraniano.
Todas las conjeturas que acompañaron el comentario previo de este match quedaron ratificadas en el ring. Más allá de la diferencia física a favor de Fury –fueron finalmente 17.5 kg, dado que Michael Buffer equivocó su lectura en el pesaje oficial de Usyk-, el semblante del púgil inglés fue muy endeble y la dieta “revolucionaria” para su adelgazamiento lo convirtió en un púgil de escasa absorción al castigo; que tras quedar colgado de las sogas en el noveno round -milagrosamente- pudo continuar el match ante la timorata cuenta de ocho segundos del árbitro estadounidense Mark Nelson, que lo habilitó a seguir boxeando solamente porque terminaba el round. Fue un asalto antológico
Paradójico, tras ganar en serie 4°, 5°,6° y 7° round, una hemorragia nasal quitó a Fury, mentalmente, del match. Y Usyk lo aprovechó con un excelente achique de distancias, pegando primero al cuerpo y luego con su cross zurdo a la cabeza. Y así sacó las diferencias.