LA ESTRUCTURA DE MIS PENSAMIENTOS
La idea de cuando meditamos en nuestros pensamientos es ver la estructura de estos. Es observar las producciones de la mente: ¿pienso en imágenes, diálogos, o ambas? ¿Estoy en la escena, al lado, o afuera? ¿Cómo estoy hablándome a mí mismo?, y eso nos produce emociones en nuestro cuerpo como tensión, nerviosismo, calor, relajación, alegría, frío, etc.
La premisa es mirarlos, observar la estructura de nuestros pensamientos sin juzgar, sin analizar, sin querer cambiar algo. Me quedo mirando cómo funciona mi propia película. Meditar no es pensar en cosas, es tomar conciencia de la acción de pensar. Me doy cuenta de que estoy pensando esto, y ahora esto. Veo como la mente se va imaginando las cosas.
Veo cómo opera, proyectando, recordando conversaciones pasadas, imaginando las cosas, experimento la conciencia clara de la acción de pensar. Acepto lo que sucede en este momento en mi cabeza, luego va a pasar y vendrán otros pensamientos. Con esto cultivamos la aceptación, aceptando lo que viene en este momento, sabiendo que luego vendrán otros pensamientos, del pasado, futuro, o imaginarios. Y así abandonamos la idea de querer cambiar algo.
Muchas veces en mi mente hablo con otro de lo que son, o deberían ser las cosas, me voy al futuro, quiero organizar el día, estar listo de antemano, me pongo a pensar en algo, y me olvido de observar otras cosas, y por esto la ansiedad e incomodidad me avanza mal. Y cuando medito agudizo esa atención que siempre me producirá estados de ánimo, por eso es bueno ver cómo está el clima ahí dentro.
LÍNEA DE TIEMPO
Meditar es estar plenamente atento al momento presente, sin juzgar, sin querer cambiar nada. Cultivando el poder que nos da el ser un observador neutral de mis pensamientos. Es tener la conciencia clara de la acción de pensar. Podemos ver la tendencia de la mente condicionada por una mente que se «apega», si el pensamiento es agradable, divertido y lindo, o de una mente que rechaza si el pensamiento es triste, vergonzoso, o asqueroso.
Cuando la mente va al pasado vemos como nos genera sentimientos de nostalgia, tristeza, angustia, culpa, o sentimientos agradables como alegría, orgullo, y felicidad. O nuestra mente va hacia el futuro tratando de anticiparse a lo que va a venir, generándonos ansiedad, estrés, nerviosismo, entusiasmo, felicidad, etc… Y el otro espacio es el presente, el aquí y el ahora, donde todo eso se diluye y no existe otra cosa que vivir y sentir el presente.
La mente va por esos tres estados de la línea de tiempo, y casi nunca acepta las cosas como son, siempre le gusta que sean diferentes. En ese carril va frecuentemente, de un lado al otro. Al futuro, creando miedos, queriendo controlar todo, o al pasado extrañando, se lamenta, siente tristeza por lo que ya fue, o por lo que no fue.
Estando en el momento presente yo elijo parar de sufrir, o mitigar esos sufrimientos. Es difícil sufrir si uno está presente en el momento en que come una manzana, o siente su respiración, o contempla su pensamiento, o mira su estado mental, o disfruta el fesco de una ducha de verano tras una larga jornada laboral. Ese sufrimiento se esfuma, desaparece.
Nos damos cuenta donde está nuestra mente, sin reaccionar ni querer cambiar nada. Observo donde está. Si está en el presente, pero no presente, no aceptándolo, queriendo cambiar algo, o si está en el futuro, insatisfecho, imaginando…
El observador se va desarrollando, y es parte de la conciencia de la mente. El observador y observado forman parte de uno. Es bueno darse cuenta también de la desatención, como la mente se va a otros tiempos, y luego vuelve. Es importante a veces ir al pasado para no cometer los mismos errores, para saber de dónde vengo, que me gusta, pero muchas veces no. Ir al futuro con los pensamientos es necesario, para proyectar mi vida, poner objetivos, metas, pero muchas veces no. Y cuando lo hacemos nos provoca dolor.
Meditando contemplo mis pensamientos con neutralidad, con amabilidad, y humor, No se quiere cambiar las pautas de pensamientos, sino que queremos cambiar la forma de relacionarnos con estas pautas. Amablemente, neutralmente. Integrando, sabiendo que eso es solo una parte de mí.
A veces cuesta ver dónde está la mente, en esos pensamientos de no aceptación e insatisfacción. Muchas veces arranco el día, y me hago la cabeza queriendo controlar todo. Y haciendo Mente Plena voy a relativizar esos pensamientos, que caso contrario me van a generar sufrimiento.
RECHAZO Y APEGO
Además hay dos modos de reaccionar de nuestra mente: rechazo y apego. Si le gusta, y lo apasiona, se apega, y quiere hacer eterno ese pensamiento, y en exceso nos producirá obsesión y sufrimiento. Si es desagradable intentará rechazar, ignorar, negar, querer sacárselo de encima y eso nos produce ignorancia y evasión. Si prestamos atención, en la medida en que vayan apareciendo, vemos cómo reacciona nuestra mente. Es importante que miremos desde ese observador neutral, cerquita de lo que va haciendo la mente. Escuchamos si rechaza o se aferra. Contemplamos lo que hace, y hacia donde va. Observamos amablemente, neutralmente, con humor, y curiosidad. Ponemos nuestra actitud en la observación.
Cuando aparece esa imagen, ese concepto, tratamos de no reaccionar, lo primero que hacemos es descubrirlo, darnos cuenta de que está allí, entramos en él, transitamos ese pensamiento, ese proceso puntual. Cultivamos la paciencia y aumentamos la medida de la tolerancia. Y vuelvo una y otra vez. ¿Se apega, o rechaza? Rechaza, se va a otro tema, no entra ni se sumerge en el mundo emocional que trae aparejado ese pensamiento. Rechaza por dolor, por vergüenza… Se apega, se obsesiona y juguetea con la mente sobre un tema y le da muchas vueltas hasta provocarnos tambien malestar y emociones tóxicas.
Cuando vemos el recorrido y para donde va, uno se empieza a conocer más en profundidad, y deja de estar solamente dentro del cuadro, y ve el marco completo. Y eso nos da un más completo panorama. Y nos libera de estar presos de nuestros pensamientos.
IDENTIFICACIÓN
También cuando hacemos Mind Fulness trabajamos en involucrarnos sin identificarnos con los pensamientos. En notar la diferencia entre involucrarnos e identificarnos. Involucrarnos es saber que un pensamiento forma parte de mi, aunque no soy solo ese pensamiento. Identificarse es creer que uno es solo eso, lo que estoy pensando o sintiendo. Y es solo una parte de mí.
Vamos a comprender a involucrarnos sin identificarnos, ya que si nos obnubilamos y nos identificamos con algo malo, un error, un defecto, un ídolo, un exabrupto, etc., nos creemos que somos ese pensamiento, y perdemos realilidad. Ahí, nuestros pensamientos arrastran a nuestra mente, la arrollan, y somos como «pensados por esos pensamientos», que nos producen dolor hasta marearnos. Y llenarnos de cortisol.
La meditación nos ayuda a desidentificarnos de los pensamientos y emociones. Haciéndonos conscientes del acto de pensar: «Sí, es mi pensamiento, pero yo no soy solamente eso, es una parte de mí». Como por ejemplo un pensamientos de duda, de impaciencia, estaré haciendo bien, lo hago, no lo hago. Puede ser una duda obstinada, con pensamientos de crítica, juicios hacia uno o hacia los demás. Observo los pensamientos con humor, no voy a tratar de cambiarlos, los voy a reconocer y pensar que forman parte de un todo, una partecita mía, nada más.
A veces aparece la inconformidad, quiero más, necesito más, todo me parece poco… Ahí los contemplo amablemente, con curiosidad. Reconozco que forman parte de mí, aprendo a respetarlos, a entrar en ellos, y transitarlos.
Pueden aparecer pensamientos de vanidad, de soberbia, de tener la razón absoluta, regodearme en darme la razón a mí mismo. Una cosa es tener opiniones, ideas, otra es apegarse a las ideas y opiniones. Ahí aparecen los dogmatismos, el fundamentalismo, y las ideas obsesivas. Con la mente plena las observamos, las contemplamos neutralmente, y sin juzgar.
Y eso me relaja el cuerpo y la cabeza. Sí, tengo pensamientos de miedo, ansiedad, estrés, y mantengo la intención de la concentración estable en lo que me sucede. No significa que esté de acuerdo. No reacciono ni me movilizo por esos pensamientos.
Cuando aparecen pensamientos de impaciencia, de duda, los observo, sin reaccionar. Involucrarnos es estar atento a esa parte que nos incomoda, que no nos gusta. Y no identificarnos, es que no somos eso, eso es solo una parte. En vez de cambiar el punto de vista, es cambiar la vista del punto. Observando lo chiquito, lo sutil. Con la práctica podemos empezar a darnos cuenta cuando comienza la identificación. El cuerpo nos avisa cuando nos aferramos. Y trabajamos en el origen de ese pensamiento, que nos trae tantas emociones y sentimientos.
LA IMPERMANENCIA
Toda emoción, sentimiento, y pensamiento tiene un comienzo, desarrollo, y final. Más allá de si es agradable o desagradable. Eso va a concluir en algún momento. Una cosa es saber, otra es estar atento. En la medida en que voy desarrollando la impermanencia, las cosas me van a ir afectando menos. Ya que todo sentimiento o pensamiento termina, cesa, y empieza algo nuevo. Tanto lo lindo y bueno, como lo feo y desagradable. Uno lo vive, lo procesa, pero no se aferra, no lo quiere hacer eterno, porque sabe que en algún momento cambia y desaparece.
Escucho mi dialogo, mis prejuicios, mis emociones, observo que me producen. Puede que el pensamiento aumente o disminuya, que se transforme. Ya deja de ser ese que era y ahora es otro. Observo todo tipo de pensamientos en la mente, imágenes o diálogos, y pongo la atención en ver cuando aparecen, se transforman, y/o cambian. Noto que sucede, sin juzgar.
Eso es cambiar el modo de relacionarnos con nuestros pensamientos. No hacemos hincapié en cambiar el pensamiento, sino en la forma de relacionarnos con ellos. Cambio la vista del punto, no el punto de vista. Ahora tuerzo los ojos y miro para adentro, a mi mente. Y veo cómo se va armando mi propia película. Aunque omo se que vienen y se van no «me como la cabeza».
Si me obsesiono y no soy consciente, me pica el cuerpo, la cabeza, tengo tics, me pongo inquieto, nervioso, y me salen ronchas. Por eso es tan importante conocer y procesar este concepto. De estar atentos a la fugacidad de los pensamientos. Los nervios nos pueden aturdir, y si seguimos dándole vueltas a los asuntos, seremos arrasados por esos pensamientos, y arrollados. Y es ahí donde podríamos buscar, un pésimo y negro día, desesperadamente algo problemático para calmar, y relajar y bajar. Meditando no dejamos que esa tormenta mental nos segue la vista. Veo y soy consciente de mi temporal. Sabiendo que va a parar, ese mal clima adentro de mi cabeza.
No se dejen arrastrar por pensamientos negativos. Tengan presente que van a venir otros, muchos alegres, y positivos. Otros molestos e incomodos, que quieren estar todo el tiempo hablándonos bajito, rumiandonos, y queriendonos alterar. Pero, si uno está atento, meditando. se da cuenta que eso siempre cambia, se transforma, y varia, y está más allá de nuestra voluntad, ya va a ser así. Lo que si podemos cambiar es la forma del modo de relacionarnos con esos pensamientos: Llevando la atención a aquello que esta sucediendo, sin pretender nada. Solo estando presente en la acción de pensar, en el aquí y en el ahora. Observándolos, sin excepción, amable y amorosamente.