La Ley del Deporte

LAS DROGAS NOS HACEN «RATONES PARANOICOS» (CONSEJO MUNICIPAL DE PREVENCIÓN DE ADICCIONES)

Al principio, con «la merca», podés pensar que el mundo es «Disneylandia». Podés comer, tomar, fumar, robar, escapar, y terminar tomando sol en Hawaii. Como si no le debieras nada a nadie. Te llevas el mundo «a las patadas». En el camino perdés todo tipo de valores y te avanzan los anti valores. Sos un monstruo peligroso para los demás, y para vos mismo. Ya que no te comes «ni la punta».

Las drogas nos dan tranquilidad, seguridad, bienestar, y sensación de valentía, pero solo por un rato. Por eso son tan adictivas. Pensás y sentís que tenés talento y conocimientos que te hacen una persona distinta. Como que le ganaste a «King Kong». Sos lindo, joven, disfrutón y generoso. Pero es todo fugaz, como una curda, nada más. Es todo mentira. Y esa mentira, como todas, tiene «patas cortas».

Cuando se empieza a ir el efecto de la droga empieza, entre otras cosas, la culpa y la paranoia. Que te habla y te dice que: «haces las cosas mal», «eso no te ayuda», «eso te hace mal». «va a venir la policía», «va a venir mi mujer con mis padres a hacerme un escándalo», «me va a agarrar mi jefe». «Cuando llegue a casa me matan». Empezás a delirar.

La psicosis de la cocaína es una psicosis de tipo paranoide, típicamente transitoria, que se reproduce cuando se vuelve a consumir. Vas a la ventana cada cinco minutos a ver que sucede allá afuera. Pensás que te están robando, que te van a engañar, que te persiguen, que viene el puntero, que conspiran contra vos, etc.

Pero luego viene el quiebre cuando va desapareciendo el efecto y arranca la paranoia. Pensás que todos se dan cuenta de que estás «puesto», te perseguís que piensan que sos un perdedor. Pensás que se van a dar cuenta de todo lo que hiciste, que se te nota detonados los ojos, que tenés blanca la nariz o que estás serio «como perro en bote». Es una sensación desesperante de «persecuta». Y decidís escaparte de ese lugar. Es el primera fuga de la noche…

Te persiguen los acreedores, la policía, te escapás del lugar, los bomberos, el vendedor, el juez, y hasta el Ejército Nacional. Es horripilante. Empezás a delirar: «¿Se me nota que estoy duro? Yo no salgo, mira como estoy, que vaya otro». Te agarra fobia social. Enseguida te encontrás en un aguantadero drogándote con desconocidos. Y «persecuta» de que pensaran.

Cuando te drogas podés empezar a espiar por la ventana si viene tu novia a increparte, tus viejos a internarte, o algún amigo sano que se va a decepcionar. O si es el que vende la droga. Se dice que no hay nada más paranoico que un ratón. Un pibe drogado puede serlo aún mucho más. Estas historias de perseguido la he vivido en carne propia miles de veces. Y en todas las variantes.

Hay drogadictos que piensan que su mujer los está volteando con otro. Y la espía toda la noche. Es la celopatía típica de una cabeza enferma. La confronta. Se «hace la cabeza» de que está «de fiesta» con otro, y nadie puede arrancarle esos pensamientos. Son inventos de la cabeza. Somos esclavos de esas ideas. Necesitás más drogas. Y cometemos las locuras más disparatadas.

Yo conozco una actriz que no podía entrar a su casa porque pensaba que había alguien adentro y se quedaba horas mirando la ventana a ver si aparecía o pasaba haciendo algo. Y por ende, no iba al teatro, al canal de televisión, y terminaba perdiendo el trabajo.

Luego te produce un malestar que no podés creer como estabas tan bien hacía unas horas «de fiesta», y ahora te querés colgar de la primer ventana que encuentres. Querés buscar más, a pesar de que es lunes diez de la mañana y la ciudad despertó y ya arrancó. Si no «morir de horca o de bala». Debido a que si no te seguís evadiendo se te cae el mundo por la cabeza. Vuelve el malestar, crece la ansiedad, y volvés a llamar…

No crees ni en tu sombra. Te escondes para que no te vean un domingo a las tres de la tarde sin dormir y «hecho pate». Buscas un lugar remoto, un aguantadero, o un matorral bien tupido y «seguro». Pero ninguna trinchera te alcanza, nada es suficiente, a vos «alguien te va a encontrar».

Con las drogas empezás a levantar tus muros para que los demás queden afuera y no te confronten, no se den cuenta, no te cuestionen. Sos una rata paranoica. Atravesando el infierno de la droga.

Por momentos con la droga no ves todo lo malo que estás haciendo. No te da. Eso que no ves, lo proyectas en el otro. Pensás que piensa el otro. Inventás, porque el otro no te dijo nunca que te está «persiguiendo para cazarte». Proyectas tus culpa, tu baja autoestima, tus fracasos, tus miedos en el otro. Haces un análisis detallado de lo que piensan, sienten, y dicen de vos. Como que se ríen de vos por estar «último en la tabla». ¡Vos pensás eso de vos! ¡Pero lo proyectas en la cabeza de otro!

Sos vos y tu cabeza que se enfermó la que te habla. Luego se cumple tu profecía de que algo malo te va a pasar. Sos Nostradamus: ¡Te hiciste adicto a las drogas y te metiste en un gran problema!

No se droguen. Con la droga no se juega. Busquen ayuda si no pueden disfrutar y ganarle a la vida. Que es un milagro. Sean humildes. El que se droga es porque no puede solo. No ha podido degustar de los días.

Si sos adicto, sin algún tratamiento, no conozco a muchos que se recuperen. Primero no se droguen. No la miren, no la toquen, ni la prueben. Si se drogan… pidan ayuda y recupérense que hay respetables profesionales que saben mucho. Por cada drogadicto hay alguien que está dispuesto a ayudarlos. Confíen en eso. Para poder sobrevivir existen muchos otros medios.

CONSEJO DE PREVENCIÓN DE CONSUMOS PROBLEMÁTICOS

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