Cuando era chico había tele en mi casa. Recuerdo que intentaba mirar detrás de la pantalla para ver a las personas que actuaban dentro de esa caja mágica. ¿Quiénes eran esos que se movían y hablaban adentro? ¿Cómo me podía meter yo también y experimentar que se siente ser un protagonista? 

Los programa para chicos por excelencia eran El Show de Carlitos Bala, La Pantera Rosa, Telejuegos, El Increíble Hulk… Existía Matrimonios y algo más, Polémica en el bar, Titanes en el Ring, Los Dukes de Hazzard, Flash Gordon, y El Chavo del Ocho.

El humor lo brindaba Alberto Olmedo, Mario Sanchez, Sapag, Jorge Porcel, Calabro, Minguito, y Landriscina. Y la cultura quedaba en manos del emblemático documental Historias de la Argentina Secreta. Pero en horarios muy reducidos y había que estar listo en la casa para no perdértelos. No se los podía grabar como ahora.

Existía solo ATC, Argentina Televisora Color, o el viejo Canal 7. Y Canal 8 de Salto, Uruguay, que repetía la Red Uruguaya de Televisión de Montevideo. Pero como iba mucho a Rosario en mis vacaciones, y a Buenos Aries a visitar amigos, ahí se me abría bastante el abanico de posibilidades. 

Recuerdo los dibujos animados, el informativo, Berugo Carambula, Alf, Los Picapiedras, «Cacho» Bochinche, y Dinastía. Ya con la tarea de la escuela hecha. Y «relamerme» con los imperdibles relatos de futbol de los «odiargentos» uruguayos de Gerardo Zucotti y Daniel Ordóñez. Yo veía las aventuras de los Newells de Yudica y Bielsa por la Copa Libertadores, desenlaces para morirse de nervios.

En Concordia la tele en colores nos llega para el mundial de España 82. Yo tenía cinco años y recuerdo solo unas breves escenas de la selección de Menotti, con Diego Maradona y Ramón Díaz. La imagen era aún pobre, para los estándares de hoy.

Ciclos como Tiempo Nuevo, con Bernardo Neustadt y Mariano Grondona, eran los programas políticos que se prefería. Y Mesa de noticias, que cuando apenas llego, se convirtió en uno de los éxitos de la temporada.

Párrafo aparte para El deporte y el hombre, que me marco y mucho en mi apego por el triatlón, de la mano de «Pancho» Ibáñez.

Brigada A, División Miami e Invasión extraterrestre también marcaron una época linda para todos los chicos de acá.

La noticia rebelde, con Adolfo Castello, Carlos Abrevaya y Jorge Ginzburg a la cabeza, inauguró una nueva manera de hacer periodismo, con una mezcla de humor e información. Susana Giménez llegó a ATC con Hola Susana, con novedosos juegos telefónicos. El programa no tardó en convertirse en un verdadero suceso que perduraría años.

Me encandiló Señorita Maestra, Clave de Sol, un programa juvenil del que salieron Leonardo Sbaraglia, Cecilia Dopazo, Julián Weich, Guido Kaczka y Pablo Rago, entre otros. Luego llego La Banda del Golden Rocket, y Socorro Quinto Año. Pero «Amigos son los Amigos» me «pego en la pera». Qué reverendo programa con Carlín Calvo y Pablito Rago. Ya de adolescente verano del 98 impacto a buena parte de los gursies.

También conocí otro clásico de la televisión: La noche del domingo, con Gerardo Sofovich, El Contra y El hijo de Don Mateo, con Emilio Disi, en el papel que años atrás había ocupado Porcel. Raúl Portal se convirtió en el dueño de la medianoche con Notidormi por la misma pantalla. Ese año, la telenovela destacada, y gran éxito del momento, fue La extraña dama, con Luisa Kuliok y Jorge Martínez.

Las primeras voces que recuerdo fueron de Macaya Márquez, Horacio García Blanco, y Oscar Gañete Blasco (un excelente relator prematuramente fallecido). De a poco, comenzó a estabilizarse una fórmula: los viernes había en TV un partido del torneo oficial en directo y los domingos por la noche, el clásico de la fecha en diferido.

Con los años también vieron la consolidación de otro clásico del deporte televisado: los programas semanales de debate futbolero. Como Polémica en el fútbol, que contaba con una tribuna armada como si fuese una especie de síntesis del sentimiento del hincha. De a poco comenzó a configurarse allí el clásico modelo del panel de «expertos» y “opinadores”. Pero la palabra en esa primera experiencia casi siempre la tenía el público agolpado en el pequeño y ruidoso graderío.

¡Y también hubo lugar para el automovilismo, que Coche a la vista! (el tradicional espacio de la familia Sojit). Que decir de Boxeo de Primera con Principi, Vila y Nelson… Unos grandes de todos los tiempos. 

Los triunfos en el exterior de Carlos Reutemann y Guillermo Vilas fueron seguidos de cerca por las cámaras del 7 y del 9, respectivamente. Y yo, cuando jugaba Gabriela Sabatini… «Dejaba la leche en el fuego». Tenis con Salatino o «Chiche» Almoznic

Mientras tanto, al calor de la atracción irresistible que despertaba la pasión futbolística, los programas de debate siguieron ampliando su oferta, aunque ahora desde una base que perdura en la actualidad: quienes opinan ya no son más los hinchas, sino un grupo cada vez más nutrido de periodistas, ex futbolistas, ex árbitros, y todo tipo de “famosos”, allegados y personajes mediáticos, que casi siempre andan a los gritos y sin escucharse.

Este modelo también comenzó a extenderse a favor del crecimiento rápido y exponencial que tuvo el deporte en la televisión por cable, con señales propias de alto perfil como TyC Sports, Fox Sports, y sobre todo ESPN, la marca televisiva estadounidense. Además, cuenta con el mejor noticiero deportivo, SportsCenter.

Y de los canales de Concordia vi mucho Central de Noticias, Telediario, La Naranja Mirona, Video Deportes, y Te invito un Café, que me mantuvieron conectado con la calle y sus personajes. El boxeo en Concordia lo dirigió Ángel Leoncio Cardozo. Pero Bradanini y Noblega lo transmitieron y mucho. Dos leyendas que partieron, aunque siempre se los recuerda. Además de yo, encontrar historias para ser difundidas, en el medio, siempre dándole una entera «vuelta de tuerca».

LA LEY DEL DEPORTE

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