Si tuviéramos que hacer una encuesta de imagen positiva, como se le hacen a los políticos, hoy acá está la de mejor imagen, la que «más mide». No sería sorpresa que lidere ese ranking de popularidad. La quieren con fervor todos, suma donde pise, y es la nueva cara copada del triatlón.
Es linda persona, siempre con ganas, está activa y con onda… a nosotros nos motiva, nos alienta e inspira. Cuando nos «empantanamos en el barro»… está «empujando el carro». Tiene actitudes que nos hacen bien y contagian. ¡Hace poco que nos conocemos y parece una banda!
Jugadora de Hockey y ahora apasionada triatleta. Cabeza como pocas, va siempre para adelante y disfrutando. Si hay que ponerse la capa de «Capitana»… lo hace. Aun siendo nueva en esto… Ya nos manda. En invierno, con frío, viento, lluvia, diluvios, y soledad, siempre está metiéndole onda, alegría, y sus ganas de salir a sufrir, disfrutar, y mejorar.
Tiene una manera de ser frente a las situaciones y las personas tan positiva, que te llena de vida. Pasamos un gélido invierno de sufrimiento y ella siempre poniéndole color y calor al evento. Es una persona sumamente nutritiva. Nos ayuda y empuja a los «usados y gastados triatletas» a no faltar, a no dejar y seguir por más.
Es de confianza, aparte suma con los eventos extradeportivos. Eso nos convierte en un fuerte equipo. Más allá de los entrenos, aporta en lo grupal. Hay mucho para aprender acá.
Hace dos años no sabía nadar, ni pedalear, ni correr bien, y el domingo va a correr un Medio Iron Man en Paraguay. «Es el alógeno que ilumina a un equipo si demasiadas luces» (como nos gustó esa frase). Muchas gracias por estar en el grupo. ¡Y un placer compartir momentos contigo!!! Bienvenida a «La Capitana». Bienvenida a Victoria «La Bicho» Román a «La Ley del Deporte»:
«Ja, ja, ja, (aplausos). Espectacular. Me vas a regalar esa introducción, me imagino. Creo que nunca hablaron tan bien de mí (risas). Que decirte «amigo». Ayer estábamos en el Hockey y hoy en el Triatlón».
«Mis viejos nunca hicieron deportes ni jugaban a nada. Pero nos obligaban a hacer, yo empecé danza (se ríe), no es poca cosa, desde los cinco hasta los doce. En el Orange Jazz, con obras de teatro y todo, discúlpame, yo era actriz, pero me «cortaron la carrera» (se ríe mucho). Papa era agrimensor y trabajaba todo el día en el campo. A mama, Abogada, le quedaba bien el Orange Jazz que era en Sarmiento, entre Del Valle y Urdinarrain. El estudio jurídico de mamá quedaba en Güemes y Sarmiento, donde trabajaba con el doctor Román, el tío de mi papá».
«Andaba por calle Sarmiento con los zapatitos de danza que son chatitos, las calcitas naranjas, y estas «piernitas», porque las tengo desde chica, «La Bicho» lejos de cambiarse… arrancaba así nomás. Pero tengo buena elongación, conocimiento de mi cuerpo, movilidad, también gracias a danza, creo que es importante hacer en algún momento ese tipo de actividades».
«Íbamos a la Capuchinos, tambien en calle Sarmiento, estaba todo ahí. A mitad de camino estaba el Ateneo donde empecé a estudiar Inglés (suele tirar frases «in english» y sé que a las mías me las entiende muy bien). Todo controlado por la Marta desde el Estudio. Esa era la base de operaciones. Marina, la que nada con nosotros (Marina Román), es la prima de mi papá, y la conozco mucho de ahí, a todos sus hermanos. Toda la vida estuvimos muy pegados».
«Mi hermano, Bruno, empezó a jugar al básquet en Estudiantes y siguió hasta los dieciocho años. Hasta que se levantó la orden de que había que hacer deportes. Cuando empezó a estudiar, se fue, y no había más «orden de hacer deportes»… ¡No hizo más! Hoy hace levantamiento de pesas y tenis (toma mate, mira y sonríe expectante, disfrutando su repaso)».
«Arranque Hockey en el Ateneo Estudiantil, estaba el profesor, que se llamaba Federico, que se re movía. Jugaba con chicas de 12, 14, o 15, chicos, todos juntos. Un día hubo un encuentrito deportivo en el Hípico, participamos, y me gusto irme a probar. Quería ir a Salto Grande porque en ese momento era «lo más». Pero a mama le quedaba cerca el Hípico (siempre la Marta organizando todo). Yo me crie por Próspero Bovino, frente al Centro de Convenciones, entonces estaba ahí nomás. El club recién comenzaba ese proceso de crecimiento. No tenía la cancha sintética, ni estaba el estadio de básquet, la natación no era lo que es ahora… Estaba solo la sede, la pista, la pileta, el parque…».
«Cuando años anteriores iba a los seleccionados entrerrianos, donde tuve el privilegio de jugar buenos campeonatos, pre pre ultra pre «Leoncitas», jugaba con chicas de Paraná, Santa Fe, que eran las mejores de la región. Que nacieron en canchas sintéticas. Generaciones de chicas, y nosotras no sabíamos ni como pararnos. Por suerte tuvimos un entrenador que dejaba todo, nos enseñaba, nos contaba todo. Teníamos idea pero la diferencia era grande, igual «no llegábamos». Y una se iba midiendo, sabia quien no iba a quedar, quien la rompía e iba a quedar seguro».
«Hoy sigo yendo al club a ver a las chicas. Imagínate que voy desde los 12 años. Mi mejor amiga, «Marti» Blanchard, jugo toda la vida conmigo ahí, se cambió de escuela para ir juntas, íbamos al Gym, a Handball… Tene en cuenta que antes no éramos «un millón», como es ahora, de cada camada éramos pocas, cinco o seis, y esa división se nutría de las camadas de abajo. «Flor» Benítez, amiga de toda la vida… Cuando llegamos a Primera había tres o cuatro de tu camada, y más grandes, Belén Girardo, «Gaby» Álvarez, por eso soy recontra amiga de «La Tety», de Laura… Para nosotras ellas eran… como «Las Leonas». Cuando éramos pendejas queríamos ser ellas, jugar con ellas, estar con ellas, son así… de armar el equipo, no solo entrenar y jugar, sino compartir, juntarnos, eso de unión de equipo, lo aprendí con ellas y por ellas».
«Y cuando fui a los Nacionales, en Mendoza, donde había Selecciones A y B, nosotras competíamos en B. Cuando veo a las del A, con 15 años, no lo podía creer. Eran «motos», jugaban mejor que las de la Primera de mi club, pero le «poníamos onda», como siempre decimos. Para llegar un poco más. Igual era un privilegio estar ahí, no es solo ganar. Parábamos en lindos hoteles, nos iban a buscar en colectivo, las canchas eran increíbles, aprendías donde realmente estabas parada».
«No era algo extraño perder, en mi club perdíamos seguido. Si bien era un equipo fuerte en la región, con CAE hemos perdido 15 a 0. Luego empezamos a hacerle partido, a ganarle, pero eran muchas más las veces que perdíamos que las que ganábamos. No nos gustaba perder, pero pasaba. Hoy Hípico ni en pedo pierde 15 a 0 con CAE, en aquellos primeros años sucedían esas cosas, justamente porque las diferencias eran abismales».
«Cuando jugábamos el campeonato de AHRU íbamos a Regatas de Concepción del Uruguay, ahí me hice amiga de una chica. Cuando me voy a estudiar a Buenos aires Martillera, y Corredora Pública en la USAL, hablamos, ella ya estaba allá, y la veo en una foto con una remera de la USAL. Con la camiseta de la USAL. No me puede estar pasando esto, era tipo Estados Unidos. «Me averiguas, me contactas, me decís que tengo que hacer para jugar en el equipo». Dice: «Cuando estés acá te venís, en la Facultad hay un equipo de Hockey», ya conocía a una, ya esta, era mi «palanca».
«Trabajaba en un Call Center en el micro Centro, me iba a la Facultad con el porta palos, en Córdoba y Callao hasta las 9 de la noche, ahí me tomaba el colectivo e iba a entrenar al «Club de Amigos», y volvíamos todas 11 de la noche en el 102. Íbamos bajando en cada esquina porque vivíamos cerca. Imaginate, los fines de semana jugábamos el campeonato en GEBA, creo que nunca en mi vida había jugado en una cancha sintética de agua».
«Y en ese año, 2013, ponen la cancha sintética de arena en el Hípico, el año anterior habíamos estado vendiendo rifas, que eran caras, para poder colaborar con la obra. Cuando vi que se instalaban, que desplegaban los rollos, lloraba mal, quería ir a ver eso, por favor. No lo podía creer. Era un sueño casi irreal».
«Yo, si entrene toda la semana, fui al gimnasio, me cuide en las comidas, no voy a salir la noche antes del partido y arruinar todo eso, «pegándomela en la pera». Yo no lo hago, salgo la noche posterior, o un día que no tenga partido… Y bien. Y no me meto en un plan que no quiero hacer. En el verano me voy a Lamadrid, de donde es mi mama, que es en el «tuje» del mundo, y voy feliz de la vida a visitarlos. Si yo organizo una fiesta, un cumpleaños, un asado, un viaje, una despedida… es porque realmente quiero hacerlo, me gusta, me entusiasma, sino no lo hago».
«Si queres que vayamos «a la raíz» de cómo empezó, lo del triatlon… todo se reduce al año pasado, tuvimos un 2023 con muchos cambios en mi club, el Hípico, nos cambiamos de asociación, nos quedamos sin torneos, campeonatos, ni competencias. ¿Y uno porque entrena? Para competir, no solo por «amor al entrenamiento». Entrenábamos y no competíamos. No era que nos decían «che, en 15 días o en un mes jugábamos», no teníamos nada. Quizás volvíamos «de acá a la legua», en cinco o seis meses. Y no me «cerraba». Quería jugar».
«Hubo cambio de entrenador, mi entrenador de toda la vida se fue, Carlitos Obregón, vino Fede Díaz… hasta ahí todo re bien porque puso la mejor. Pero fue un año de muchos cambios. Sí, participábamos en un campeonato, todas felices y contentas».
«Yo, como vos bien sabes, lo conozco al «Palomo» desde los 14 años, fue nuestro entrenador físico, y siguió siendo el mío hasta en Buenos Aires. Esa relación nunca se cortó. Yo me fui a estudiar a Buenos Aires y él me pasaba las rutinas del entrenamiento. Cuando vuelvo no iba con el grupo, pero me pasaba entrenamientos en paralelo, específicos para Hockey. Hasta que un día le digo que iba a empezar a correr con el grupo, porque en el Hockey… estaba desmoralizada, «mira… esto acá no avanza». Y los entrenamientos no eran gran cosa porque como no jugábamos, tampoco nos exigían demasiado. Entonces era «para que».
«Y me dice: «vos ya estás corriendo, lo que hay ahora son los duatlones, estaría bueno que empieces a rodar con el grupo de mountain bike, así entrenas las dos disciplinas». Bueno, le digo, agarro una bici mountain bike que tenía ahí y empiezo a ir. Al mes debuto en el duatlón de la Bodega Robinson, y me encanto. Era como «Mountain Pasión». Me gustaba el hecho de correr un poco, montar la bici, pedalear, y correr un poco más. Me gustaba toda esa secuencia».
«Mientras, yo ya había empezado a nadar, pero para aprender a nadar, o sea, no sabía nada. Maty (Matías Penco) me dijo «a ver Victoria, mostrarme que sabes hacer», y yo flotaba y hacia movimientos para atrás con las manos, como una «Foquita», un «Perrito», o sea «Cero», no sabía nada. Y me tuvo toda la paciencia del mundo. Primero me mando a la pileta de los chicos, con «Jano», porque no sabía ni ponerme las antiparras, nada, me costó mucho aprender pero lo logre».
«Me sentía muy vulnerable en ese momento, un día me dijo que pateaba bien, me aferre a eso, bueno algo se hacer (nos reímos a pleno). En ese entonces no se daba pie, ahora sí, y pasaba por al lado el «Pin», que es una «Lancha», hacia olas y se movía toda el agua, y yo «flameaba». Yo no quería hacer triatlón, duatlón, ni nada que terminara en «tlon». Yo jugaba al Hockey en Hípico, e iba a la pileta a aprender natación».
«Y seguía entrenando Hockey. Corría, pedaleaba, nadaba, trabajaba en el Hostel (Tiene un Hostel llamado «El Bicho Negro»). Iba haciendo como un «Tetris» viendo como organizaba los horarios y como seguía. Pero no dejaba el club, por lo que representa para mí, irme en el peor momento del equipo, dejarlas, era como… No lo podía hacer».
«Entonces, no quería abandonar el equipo, los entrenamientos, las carreras, me tenía que partir en 25 pedazos y la verdad es que no hacía «nada bien». Vivía cansada. Iba al Hockey, no quería hacer el físico, ya que mi entrenamiento de running era otro, y se contradecían».
«Yo prefiero entrenar en grupo, reconozco que algunos entrenamientos es mejor hacerlos solo, con el equipo, los chicos, es mucho más divertido. Más allá de que después en la bici cada uno hace su ritmo, y en el pedestrismo también, pero esta bueno sentirse acompañada, más cuando venís de un deporte donde somos mínimo 11. Cuando pierde tu equipo no perdes vos sola, somos 11 para «pegar el lagrimón». Acá hubo momentos donde empecé como a «pegarme contra la pared». Romper la bici en entrenamientos, en carrera, o pinchar en un lugar lejano y estar sola… Afrontar todo sola…. Me doy maña, le pongo onda, pero me cuesta porque soy re nueva en esto».
«Mi mama, «La Martita» me empezó a acompañar a las carrera ahora, al Hockey casi no iba… Iba al Estudiantes, y era una «barra brava», no sabes lo que era. Te gritaba directamente de todo, papa también. Por esto, yo no la dejaba ir ni a ella ni a mi viejo a los partidos. A mi hermano no le molestaba, creo que le gustaba (goza de su revision historica), por eso siempre lo acompañaban. A veces miro tenis, a Zabalenka, pasa ella y empieza a alentar, putear… Le digo: «Mami, nunca la viste a Zabalenka en tu vida…». Y bueno dice, «es que me pongo muy nerviosa».
«Y al triatlón lo vive de otra manera, quiere que este bien, que corra, pero no está queriendo que pase a nadie. El triatlón tiene eso de que uno compite con uno mismo, contra el reloj, a pesar de que después llegas «antes que», o «más tarde que»».
«Yo casi no falto, entreno, siempre fui igual. Si me comprometí, el compromiso siempre primero es conmigo desde ya, a hacer un Half, después la que va a pedalear 90 kilómetros soy yo. No podría estar en casa sentada sabiendo que tengo que estar bien entrenada y fuerte. Si no lo hago me da culpa, es como estar defraudándome a mí misma, saboteándome. No tendría a quien echarle la culpa».
«En natación aprendí a bracear, patear, a hacer 25 metros, llegaba y me agarraba del borde con toda la fuerza, después íbamos al rio, lago, tenía frio, me compre un traje de neopreno y ya me anime a hacer los 5.000 de la Liebig-San José, ya pedaleaba y corría, así que me dijeron que haga los trías. Fui un montón a nadar al rio, iba con «Lore» Confalonieri, que la rompe y estaba pendiente de mí.
«En Liebig me mataron a palos en la largada, mucha gente había en ese momento. Solo en la salida, después, literalmente la re disfrute, veía el arco, será ahí, siento que nade re poco… Y efectivamente… tire la diagonal (como decís vos) para entrar. Y re bien. En el triatlón estan pendiente de mí, siempre hay una persona que se daba vuelta para mirarme, si estaba bien, si necesitaba algo, no lo podía creer cuando recién empecé».
«Para mi debut el Medio estoy con muchas ganas, feliz… En el agua ya corrí la Liebig-San José, la pase bien, salvo un tramo, en los trías con excepción del primero que tuve un problema con el traje… me fue bien… No me presiono tanto en el agua porque sé que no me va a servir, en la bici sí, creo que puedo sacar buenas cosas si le meto. Pero todo es un reto».
«Es la primera vez que estoy tan segura, entrene bien como para terminarlo, a algo a lo que poca gente se anima a hacer. Una vez dijimos «vamos a hacer algo digno» (se le llena la cara de carcajadas), y creo que vamos a cumplir. Tene en cuenta que no debute en un Medio y ya me anote en el segundo, en el Half Iron Man San juan 2025. Tengo el entusiasmo del novato (cuando me entero que sin hacer un Medio ya está inscripta en el segundo… digo: «teléfono para el señor Guinness»). Le encontré el gustito a muchas cosas en este deporte. Y quiero hacer todo».
«Ahora en la charla siento mucha tranquilidad, emoción, diversión, pero cuando salga voy a estar con los «pelos de punta» porque mañana nos vamos a Encarnación y tenemos que terminar de preparar todas las cosas. Tuve una semana muy movida como para dejar todo listo. En el grupo que tenemos, a las chicas triatletas les digo, a Meli y a Gio: «De a ratos estoy confiada, de a ratos tengo miedo, de a ratos se me llena la cara de granos, tengo miles de sensaciones». Eso es lo que vine a buscar, sentir. Si me pongo un desafío, quiero sentir esa adrenalina, de hacer las cosas por primera vez, es una primera vez muchas veces, primer dua, primera vez que me tiraba en una pileta, primera carrera de natación, primer olímpico, ahora primer Medio».
« ¿Si quiero decir algo antes de terminar? Creo que dije un montón (risas y disfrute), no quiero ser tipo una Influencer, pero le digo a la gente que se anime a hacer cosas, yo no soy un «milagro de la genética» como «El Manteca», voy y entreno, que si tienen ganas lo pueden hacer, si no saben y quieren, que intenten… triatlón, o hockey, o algo laboral, que no se lo priven, si de ultima no les gusta o no pueden… tiran las antiparras a la basura y listo, harán otra cosa… No tiene nada de malo probar para encontrar el bienestar y tu lugar. No se priven de eso… traten de hacerlo realidad, llévenlo a cabo…».
«Así me lo tome cuando empecé, si no me gustaba, quedara como un recuerdo más, eso, que no se priven de hacer las cosas e intentar hacer lo que quieran. No pasa nada si no se da. Y me sentí muy bien acá, «Lobillo», tengo que venir más seguido (risas y aplausos)».
Lo que suma para el grupo no sale en los dispositivos como el Garmin. Es de fierro, y el domingo se recibirá de mujer de acero (al momento de transcribir la entrevista ya sé que la rompió con 5 horas y treinta y seis minutos de eterna gloria personal). Descollo mal.
Debido a que posee siempre una predisposición mental de esperanza, de motivación, encuentra carreras, precios de hoteles, promoción de trajes, chistes creativos en el grupo de whats up, organiza juntadas… Elige ver con onda su presente y lo que está por venir.
Alguien escribió un día que la vida está compuesta por un 10 % de situaciones y un 90 % de actitudes. La actitud parece una pequeña cosa, pero es una gran cosa. Hace la diferencia. Te puede dar nada menos que el éxito, y te puede hacer nada menos que feliz. Solo eso, antes de decirles «chau», les quería decir.
Y como para concluir. Cuándo le pregunte que hacía mejor, si nadar, pedalear o correr… Me dijo, bien como es ella, que se destacaba, riéndose, en ponerle «onda». Me encanto, porque la «pinta de cuerpo entero», y jamás me olvidé de eso. Es consciente de cómo es su ser.
Muchas gracias por venir «Bicho» Román, a la mítica (perdón por el agrande) «La Ley del Deporte». «La Bicho» me dice «Lobillo», «Amiguin», Brodie», «Amigo» o «Hermanito», y yo le digo lo mismo. Y «La Gurisa», ¡Hay, cuando en la bici nos acecha «La Gurisa»! ¡Como nos hace sufrir! ¡Si pasamos este terrible invierno mucho tiempo entrenando juntos! ¡Que temporal nos azoto esa tarde amiga! Quedamos solos y desamparados bajo una tormenta infernal. ¡Casi terminaste en un Hospital!
Quizás haga yo, lo que en psicología social se llama «transferencia». Que haga un desplazamiento de afectos. Es jugadora de Hockey de toda la vida como mi prima, mi tia y mi mama (Graciela Longhi), y me haga transferir esos sentimientos en ella. O la fantasía de tener una hermana en ella. En una de esas estoy transfiriendo esos vinculos reales o imaginarios. Hoy la siento como una hermana, «Gurisa», sabelo: «Sos una masa».
FEDERICO MULLER