La Ley del Deporte

TENISTA Y ARQUITECTO JOAQUIN RUEDA EN LA LEY DEL DEPORTE (15/09/17)

El jueves 7 de septiembre del 2017, a las 20 hs, estuvo en Radio Continental 94.9 el tenista y arquitecto Joaquín Rueda. Un referente del tenis concordiense y entrerriano. Un «cartel» que se ganó hace décadas. Archiconocido en el ambiente. Uno sabía de su existencia, pero «no lo junaba» en persona. Un amigo en común facilito «la gestión» de esta entrevista. Yo conocía entrenadores adultos como «Cacho» Gómez, «Pitufo» Vera, «Fideo» Von Zellheim, y Oscar Echezarreta. Pero no a él.

El tenis es un deporte que desata fanatismo. Lo juegan dos millones de argentinos. Provoca mucho interés en la gente. Llena estadios y reúne multitudes frente al televisor. Dos atletas, no 22 o 30, logran paralizar un club, una ciudad o a un país entero cuando de Davis se trata. Es de los deportes individuales más populares, junto al futbol, el boxeo y el automovilismo. Cuando juega un argentino o la selección nacional en la Copa Davis, se genera entusiasmo y expectativa… De hecho, esa noche y al momento de la entrevista, no «volaba ni una mosca» en Concordia. Gritabas en el Centro, y tu eco se escuchaba en Pompeya. Una razón era que estaba jugando Juan Martín Del Potro la semi del Abierto de Los Estados Unidos. Otra es que «caían japoneses de punta y en moto desde cielo».

Por eso siempre le damos lugar al tenis en nuestro programa y a sus grandes valores. Hoy un invitado respetuoso y ameno con el que da gusto entrevistar. Bienvenido Joaquín Rueda a «La Ley del Deporte»:

«Hola, ¿cómo estás? Yo estoy vinculado al tenis desde bebe. Hay una foto mía, vieja, con una raqueta, en el «cochecito». Imagínate. Mis padres jugaban al tenis en el Victoria Sport Club. Hoy Victoria Park. Estaba en la costanera. Cuando era chico jugábamos poco. En aquella época las canchas eran para los adultos. Nuestras actividades eran acompañarlos, hacer travesuras en el arroyo del ferrocarril, y treparnos a los árboles. Jugábamos en el frontón o en canchas alternativas. La gente futbolera se subía a los techos del club, ramas de los árboles, se sentaba en las sillas, y miraba futbol en la cancha de Wanderers. Era otra costanera muy diferente».

«Yo me formé como jugador sin profesor. No había acá, en aquella época profesores de tenis. En los 70 necesitabas ser autodidacta y apasionado. Y por eso le pegábamos «plano» a la pelota. No conocíamos los diferentes golpes que existen ahora, los efectos posibles, y gestos técnicos. Era un tenis muy precario, muy básico, por llamarlo de alguna manera».

«Cada tanto llegaba una revista, creo que se llamaba Todo Tenis, o algo así. Leíamos sobre Morea o Vilas. Ahí podíamos encontrar algunos secretos. Algo de táctica y estrategias… llegaban muy de tanto en tanto. Pero lo nuestro era estar en el club jugando y divirtiéndonos».

«La raqueta era de madera, y pesada. No teníamos control de la pelota. Peloteábamos. Se «jugaba» al tenis. Recuerdo que íbamos mucho a «la red» porque había más tiempo y más espacio. Era un tenis muchísimo más lento y pausado. Yo era «de colocar» las pelotas. Nunca tuve potencia ni fuerza. Era más bien de correr, pensar, y colocar».

«Recién a los diecisiete empecé a tener entrenadores. Arranco «Cacho» Gómez, (El sumo pontífice del tenis Local), hoy peleando por su vida… Un inolvidable maestro. Nos dejó enseñanzas de todo tipo. Espíritu de lucha, juego limpio, y la necesidad de disfrutar de la competencia. Te transmitía lo que realmente valía la pena. Una persona muy sana. Nos inculcaba ser honestos en la cancha. «Cacho» tenía unos hermosos valores como la humildad, el esfuerzo y la honestidad».

«Nosotros viajábamos en tren a los Campeonatos Entrerrianos. Parábamos en casas de familia de nuestros rivales o amigos. Eran fines de semana inolvidables. Algún padre nos acompañaba. Eran experiencias muy lindas. O el mayor de los jugadores era «el padre de la delegación». Daba datos, manejaba el dinero, asesoraba sobre estrategias de juego, alentaba, etc.».

«Fui a la Escuela Técnica. Doble turno. Al mediodía salía del taller, picaba hacia mi casa, almorzaba a la carrera, y alcanzaba a entrenar una hora y poco más. Me gustaba llegar a la competencia sabiendo que había entrenado al máximo de mis posibilidades. Aparte me gustaba con locura la competencia».

«Siempre trabajé y además viví del tenis. Mientras estudiaba Arquitectura di clases de tenis. Era el Coach de una nena de Concepción del Uruguay que jugaba hermoso. Siempre Campeona Nacional y descollaba a nivel Sudamericano. Se llamaba, se llama aún, Eliana Carreón. Un orgullo fue dirigirla para mí. A nivel profesional no se adaptó. En Europa vio cosas que no le agradaron del ambiente y dejó. Hoy enseña tenis. Tengo un recuerdo muy bello de todo aquello».

«Como entrenador apunto a enseñarle a mis alumnos todas las variantes. Trato de ser didáctico, de enseñar, instruir, explicar, demostrar los golpes y los efectos. Lo que te deja organizar la siguiente jugada. Intento explicar que situación requiere tal golpe. Usar el efecto del contrario. Los chicos al principio tienden a pegarle mucho y pensar poco. Lleva un tiempo el proceso de esa mejora. Se va logrando con entrenamientos y partidos».

«Muchas Escuelas de Tenis incorporaron profesionales para que el deportista crezca. Son muy necesarios. Preparador físico, Psicólogo Deportivo y demás. Todo lo que sume es bienvenido. Para manejar los momentos de cierto estrés y desgaste físico. Los jugadores necesitan que alguien les enseñe a manejar las tensiones y las situaciones estresantes».

«Me gusta el deportista limpio. Aquel jugador que utiliza la cabeza y con espíritu de lucha. Tipo Cañas o Chela. A pesar de no ser superdotados… tenían un sacrificio innegociable. Eran guerreros hasta la última pelota».

«Sigo enseñando tenis, en el club Victoria, a mis alumnos. Y lo seguiré haciendo mientras pueda, es mi filosofía de vida, es lo que elegí, le puse ganas, y lo que me gusta. El tenis es una importante parte de mi ser». 

Joaquín Rueda vive con su familia encima del histórico Autoservicio Rueda de Hipólito Yrigoyen y Corrientes (ahí me arreglaban o cambiaban los encordados de mi raqueta). Que es su familia. En un departamento chico y lindo. Junto a su estudio de arquitectura y el de su hermana. Estoy feliz por haber hablado con un hombre que vi desde que uno jugaba los torneos entrerrianos, y él era un tipo a mirar y tener siempre en cuenta. La calidez que tiene es una cualidad muy apreciada. Es amable, cordial con el otro, a la vez didáctico, comprensivo con sus alumnos.

Hoy es mi entrevistado. Y ayuda a construir la historia del deporte de Concordia. Y mi historia deportiva. Con «las vitrinas vacías» de trofeos… Pero llenas de lindos recuerdos.

FEDERICO MULLER

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