La Ley del Deporte

INTELIGENCIA PARA MANEJARTE CON LAS PERSONAS (CHARLAS SOBRE ADICCIONES EN CONCORDIA)

Es obvio que cuando nacemos no venimos con un manual de instrucciones para llevarnos bien con la gente. Sin embargo, un buen intercambio social no falta en ningún catálogo de recomendaciones. El poder brindar y recibir del otro, un punto de vista alternativo, que amplíe nuestro horizonte, que nos haga ver más allá, nos enriquezca y nos lleve a crecer.

Hay gente muy habilidosa para relacionarse con los demás. Y otros que sienten «terror» de estar con otra persona. Sí, son desconocidos, más aún. Sienten como una fobia. Ya que les falta ese roce social que te da una familia, un club, una escuela, o un buen grupo de amigos.

O condiciones naturales para hablar de sus sentimientos y necesidades y con cierto atractivo. Pero se puede ir aprendiendo a tener lindas charlas, hacerse sentir, tener una buena «verba», y saber escuchar.

Para ser interesantes deben hacerse sentir y querer. Y querer al otro. No ser una «amenaza» para el de al lado. Tener talento para lo social permite ponerse en el lugar del otro. Saber que el otro también tiene «un porqué» de como se maneja. Esa inteligencia mantiene la comunicación «viva» con las otras personas. Tanto en el dominio del lenguaje, como de los gestos, y las miradas. No se escondan y sean reales y cordiales.

El inteligente para las relaciones interpersonales registra, aunque sea superficialmente, los pensamientos y sentimientos del otro rápidamente. Percibe lo que está pasando en la charla. Y sin mayor necesidad de dar muchas explicaciones.

Por lo tanto, se maneja eficazmente en todas aquellas actividades que impliquen relaciones públicas como la venta, la política, la sociología, la educación, y las expresiones artísticas. Además de muchos dotes para el liderazgo de grupos.

Si tenés déficit en tu desenvolvimiento interpersonal, podés padecer insomnio, dolor y contractura muscular en el cuello y los hombros, miedos, constante tensión nerviosa, y diálogos internos que te atormentan la cabeza. Te hacés la cabeza mal si te «llevas mal» con la gente. Al margen que más que seguro que te llevas mal con vos mismo. Vas consiguiendo enemigos y a veces imaginarios.

Hay que generar la empatía. Ejercitar el ponerse «en los zapatos del otro». Una función mental que nos permite ver la perspectiva del otro, y no estar centrados solo en nosotros mismos. Es clave para poder establecer relaciones íntimas, ya que a través de ellas podemos participar de la experiencia de otros y elaborar experiencias comunes. Significa escuchar y entender al otro, tanto racional como emocionalmente.

Otro punto, según las últimas investigaciones de la neurociencia, sobre que nos hace felices, hay mucha coincidencia en que ayudar, el dar, el brindarse a los otros, nos genera más placer que el tener o poseer cosas.

No son pocas las veces en que en vez de tomar a bien la mirada del otro, terminamos rivalizando, sintiéndonos atacados, defendiendo posiciones, o compitiendo, sin comprender que lo que describe el otro representa otra perspectiva del mundo que nos puede favorecer.

Cada ser humano construye su propias opiniones y sentimientos, es un universo propio, aunque flexible a incorporar nuevos conocimientos. Por lo tanto, no debemos cerrar las oportunidades de aprender del otro, por sumergirnos en actitudes paupérrimas de defender posiciones sin contemplar lo que el otro dice o hace. Siempre hay que respetar las construcciones del otro. Sin desestimar ni descalificar ese otro punto de vista.

Enriquecernos con la mirada del otro acerca a las personas. Necesitamos de los otros y ellos de nosotros. Fundamentalmente, el afecto, la solidaridad, la generosidad, la contención, la palabra oportuna, o la ayuda. Necesitamos tanto de la palabra del amigo, los consejos de los padres, como de las observaciones de los maestros.

Júntense con amigos, compartan experiencias, interésense por lo que le está contando, ejerciten la empatía, que no es otra cosa que ponerse «bajo la piel» del otro. Y saber que el otro también existe y les importa.

No saber captar ni entender los gestos del que tienen al lado, las miradas ni comprender diferentes situaciones los aísla, los deja solo y posiblemente embarullado de sus propias elucubraciones mentales, y pasando un límite quedas peleado con el mundo. Y eso seguro que si se extiende, de alguna manera, nos va a enfermar completamente.

CONSEJO MUNICIPAL DE PREVENCIÓN DE ADICCIONES

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