El hombre que está al frente de la Cartera de Salud y Desarrollo Social de Concordia, quiso reducir como a la mitad, tanto los Centros Municipales como los contratos con profesionales y agentes de la salud. Y decía que era decisión de la ex Secretaria de Salud. Sin embargo, ella lo culpaba a él, y así. La verdad es que ambos aceptaban porque los dos firmaban. Además de que le «pasaron la escoba» a gente valiosa, que en conocer no se preocupaban, no dejaban a nadie mejor, o un poco peor…
Las dos mujeres que me despidieron en diciembre pasado, tampoco tomándose la molestia de conocer mi trabajo, y que luego renunciaron, «más temprano que tarde», se justificaron diciendo que iban a «empujar» a los profesionales de Fortalecimiento Social a las escuelas para hacer prevención de adicciones. Y que no era «serio» contratar a gente de afuera…
Siendo que hoy, con la excusa de que no hay plata ni programas, en muchas instituciones públicas, está lleno de «ñoquis», aun sin querer serlo, ya que no les dan herramientas para hacer. Esperan a que sea la hora de irse, andan mirando el reloj y «matando el tiempo» como mejor pueden… Y destruyeron este taller que ya estaba impuesto.
Yo les dije, perdido por perdido, el día de la echada, que no alcanzaba con «empujar», y preguntaba retóricamente: «¿De dónde van a sacar una persona con veinticinco años de consumo, cuatro años de tratamiento intensivo con profesionales de primera, que estudio seis años para publicar artículos, que saco y dono sus libros, y que dio charlas inolvidables?» (Debía salvar mi pellejo ante estas dos mujeres que luego renunciaron en «la primera de cambio»).
Y seguía con mi batalla perdida: «Si vos no dejas un mensaje claro, penetrante, y aterrador … ¡Para eso, lo hace la profesora, nomas, leyendo y dándoles un trabajo práctico, sin molestarse en «parar todo» porque vos querés «decirles algo».
Encima meses después, bajaron de categoría a Fortalecimiento Social. O “Forta”, como con afecto se lo llama en Concordia, entidad que aborda o abordaba la prevención y asistencia de las adicciones, además de la prevención y asistencia de la violencia familiar y de género, la prevención y asistencia de las infancias y adolescencias en riesgo psicosocial, y la prevención del suicidio.
En Fortalecimiento, se realiza un trabajo interdisciplinario e interinstitucional, siempre recibiendo derivaciones del Poder Judicial, del COPNAF, de las escuelas, clubes, unidades sociales, merenderos, etc. Es decir, una estructura fundamental para el tratamiento de los padecimientos. Ahora le sacaron recursos. Si antes se hacía lo que se podía, ahora ni siquiera «se atajan penales»…
La salud y la prevención de consumos problemáticos han sido vistos como un gasto, no como un derecho y una inversión. Los especialistas prestigiosos, lo primero que dicen, es que con los chicos «fritándose» la cabeza con paco desde los diez años o menos, vas a gastar mucho más en salitas, hospitales, seguridad, y cárceles. Por no hablar de la angustia y el dolor. Y los niños y no tan niños tienen miedo, no solo a la «crotera» y la falta de servicios públicos, sino también a salir a la calle, a que los patoteen, le peguen, y los maten los adictos que «le salen al cruce».
Eso obviamente que afecta la socialización de los más chicos, porque no da para ir mucho a jugar en espacios públicos y tener cierta autonomía de movimiento. Porque en el camino te pueden «robar hasta el aliento»… Por un poco de «pegamento».
Si a mí no me molestara ni me preocupara este trabajo… daba un portazo, festejaba de alivio, descansaba bien lindo, me sacaba un peso de encima, y feliz de la vida. Pero me echaron de donde soy bueno, de donde a los chicos les sirve y mucho. Tanto es así que aún me convocan las autoridades y me saludan por la calle, aun los más «salvajes».
Sería bueno que vayan psicólogos o psiquiatras, pero que se especialicen o les interesen las adicciones. Hubieran sido super bienvenidos, un sueño, pero nunca mandaron a uno. Pero no un o una militante, como paso, que «nada que ver»… Si todo es lo mismo y cualquiera sabe de cualquier cosa (como algunos panelistas de televisión). Bueno, que un Ingeniero trabaje en consumos y conductas problemáticas, y yo me voy al campo a producir, cuidar, cosechar, exportar y asesorar a los productores. Yo sé de adicciones, deportes y gastronomía, de eso estudie y trabaje, no tengo nada bueno que hacer, por ejemplo, en el mundo de la agronomía. Como si pudiéramos cambiar los roles con «mi viejo».
Es muy triste la concepción y el lugar que las adicciones han tenido en el gobierno municipal. Ojalá que el Intendente y el nuevo Secretario de salud, que el primero me dijo que yo iba a volver y el otro que mi trabajo, testimonio en primera persona, era indispensable, arranquen. Promediando el año y con los chicos sin recibir ningún taller de prevención, ya está «sonando a cuento». Y los que pierden son los gurises que no pueden escuchar en profundidad sobre todo tipo de consumos y conductas que no le van a servir, que les hacen a la mente, cuerpo, y alma. Y qué conductas saludables hay. Y que la Muni da, bien o mal (en el Gimnasio Municipal, Clínica Municipal, Víctor Opel, Costanera, parques, etc.)
Estar presentes con los chicos, informarles, hacerles sentir el drama, advertirlos de los momentos de angustia y terror, y llegarles al corazón, es la mejor manera de prevenir este infierno. También desde los medios, como humildemente hemos hecho. Increíblemente, la Muni no está aún comprometida con evitar esto en nuestros niños y jóvenes.
Este es un «trabajo de hormigas», la situación es crítica. Ya estamos tarde, y si seguimos esperando en comenzar a trabajar, todo va a ser más difícil y complejo. Es posible que alguien crea que su hijo no pueda caer en la drogadicción, y no es así. Gran error. Nadie está exento. No porque tengas plata, vayas a la escuela más cara, tengas la familia soñada, estás a salvo. No funciona así. Puede tener problemas físicos, y buscar la solución compulsivamente con un consumo que a la larga lo va a matar. O ambientales, si lo agretean en el aula, por ejemplo, y el pibe va a buscar valoración con algún consumo que lo «lime». Los centros están llenos de chicos de una posición económica hiper comoda.
Mientras tantos miles de «nenes» con o sin «una moneda», andan «repuestos», robando, y matando por algo que les anestesie su dolor y su condena. ¿Condenados a qué? Muchos condenados a muy pronto morir. Y otros, condenados, pero a vivir, por aquí… Como desde adentro no lo van a decir… ¡Acá nuevamente aparecí! Hasta que retomen y se interesen, o hasta que no puedan dormir.
FEDERICO MULLER