El concordiense Gustavo «El Perrito» Vittori (28-14, 12 KO) supero a Martín Ariel «Carabina» Ruiz (13-15, 4 KO), en el gimnasio Municipal de la ciudad de Concordia, en una pelea enmarcada en la categoría welter.
Muchos nervios y ansiedad antes de partir con mis amigos «Charly» y «El Cordo», con sus tres hijos, al gimnasio Municipal, y ver el viejo reducto lleno, «hasta las manos», ya desde «el vamos».
Un placer saludar a mi profe Mateo, a los entrenadores «Chiquito» Cirolla y Victoriano Fernández, dirigentes como «El Mono» Krunfli y «Pico» Medina, periodistas como «El Negro» Esquivel y «El Tota» Ferrari, y una «delicia para mis oídos» escuchar al locutor «Mota» Medina, «musicalizando» la noche.
Todo muy lindo y agradecido por hacerme sentir «como en casa», o mejor aún. Tras las buenas peleas preliminares se presentaba un Gustavo «Perrito» Vittori con 33 años, 89 peleas de aficionado y 42 como profesional. Toda una vida en el boxeo. Subiendo de categoría y había que ver cómo rendía.
Llegaba desde Paraje Pavón un buen y respetado Martín Ruiz, de la misma edad y que tiene un récord «mentiroso», ya que a pesar de que es negativo, ha enfrentado a grandes promesas y realidades del boxeo. Y a muchos los complico con su prolijo boxeo.
En el primer round «El Perro» trabajo bien tras su jab diestro y abajo con los ganchos al cuerpo, busco, pego más y se hizo capo del ring. Aunque unos «vueltos» hicieron presagiar una «noche agitada».
Luego Ruiz pego mucho a la cabeza, encontró movilidad y confianza para emparejar la batalla. Pudo contrarrestar la propuesta local. Hubo unos cruces que los dos asimilaron muy bien. Con esas manos más de uno «metía violín en bolso y se iba a tocar a otro bar».
En el tercero «El Perro» cambio, se recostó e intercambio, se plantaron para «darse masa» y eso finalmente ocurrió. Ruiz más y Vittori mejor, algo así como para sintetizar. El esfuerzo y el drama estaban flotando por todos lados.
Posteriormente, el concordiense pareció sentido un par de veces, resistió como es su costumbre, clavo las piernas, y otra vez a la «ley del reparto». Puso unas bravas, pero su rival se vino fuerte y aguantador.
La guerra siguió cada vez más violenta, donde Ruiz ya tenía sangre en el arco de su ceja y machucones, y Vittori lucía un ojo hinchado y cerrado, además de la cara colorada. La cantidad y calidad de golpes que se conectaron fue «importante». El cansancio y la baqueta era muy evidente en ambos.
Luego descansaron un rato, tomaron aire, se midieron, y otra vez «a darse». Al final el bombardeo se intensificó, fueron hasta sus extremos y dieron una «batalla campal». Cuando la contienda termino, la gente gritaba, rugía y puteaba «en todos los idiomas». Tuvo todos los elementos que se pueden soñar en una alta película: drama, agonía y alegría.
El referí fue «El Cabezón» Alcides Alasina. Y el controvertido fallo de los jurados fue el siguiente, en favor de Gustavo «El Perrito» Vittori: Fabio Castellano 58-56, Mariano Guerrero 58-56, y Pedro Ríos 58-56.
La pelea fue competitiva, difícil de saber quien la controlaba, quien buscaba más, y quien era el agresor más eficaz. Fue duro encontrar a alguien que se lleve al menos cuatro de los seis rounds. Por eso la tarjeta extra oficial de «La Ley del Deporte» fue 57-57.
«La popu» estaba eufórica durante y enardecida al final de la pelea, que fue sangrienta y brutal. Y los ánimos más se alteraron, tras la lectura de las tarjetas. Hubo muchos felices, pero otros concordienses desilusionados. Parecería que a «El Perro» lo van a ver perder. Pero, siempre lo van a ver…
En fin, fue un gran placer sentir nuevamente la acción de este ancestral ritual, vivimos momentos «mágicos» volviendo al Municipal.
LA LEY DEL DEPORTE