Las charlas de prevención de conductas y consumos problemáticos fue el resultado de mi larga experiencia con las drogas. Con veinticinco años de consumo, encerrado en mis miedos y mi dolor, desconectado de mí, y finalmente ya sin ganas de vivir. También hice uso de mis cuatro años de tratamiento, conociendo otras historias, y recibiendo el inmenso aporte de otros adictos, familiares, psicólogos, psiquiatras, y operadores.
Estudie y mire para entenderme y entender sobre drogas, psiquiatría, psicología, neurociencia, y meditación. Para tener un piso científico, y no solamente experiencial. No le podía errar, había que pasar además el filtro, que lo hicimos, de la academia médica. No me debía quedar únicamente con historias asombrosas y bochornosas con las drogas.
Además, me sirvieron mucho mis notas para los lectores de «La Ley del Deporte», que eran la base de las charlas con los alumnos y deportistas de las escuelas y clubes donde hemos dado charlas de Consumos Problemáticos y Conductas Adictivas. Como para tener los conceptos claros y darle respuestas a los chicos. No vacilar y saber de lo que hablamos. Siempre siendo un autodidacta.
También aproveché de mis condiciones para escribir y hablar que me dieron mis años en tratamiento y en periodismo. A mayor cantidad de gente mejor me salían. Intentando ser entrador, interesante, despertar al aula, y encender a la audiencia. Usando frases y metáforas interesantes, contando historias asombrosas, con un mensaje claro, ameno, y a veces aterrador, y siempre con el objetivo de que les llegue al corazón.
Fueron seis años trabajando por los viáticos y un poco más, pero como lo amaba no tenía precio, no pensaba «ni a gancho» dejar… El libro tuvo 70 notas profundas y de fácil lectura, actuó como consejero, como amigo, y apunto a advertirlos de la enfermedad a la que lleva el uso, abuso y dependencia a las drogas. Tuvimos la mejor de las repercusiones en todas las escuelas, clubes, merenderos, e iglesias. Estos ejemplares fueron donados como material didáctico.
Estas charlas eran mi camino y mi destino. Hacer de mi debilidad una fortaleza, generar «contra cultura» frente a los que abren las puertas del infierno. Contarles, amablemente, pero sin vueltas, de las trampas de buscar el placer con lo que nos hace mal, sus consecuencias, y como terminas enfermándote y enfermando a los demás. Haciendo foco en la mejor tribuna: los chicos, que recién están empezando su camino.
Era: charla potente, ping-pong de preguntas y respuestas, a veces interminables, querían hablar, contar, y desahogarse, y después rematábamos con un video que lo cambiábamos todos los años. ¿Qué más podíamos hacer con nuestros recursos? La rompimos toda. Había sido un mediocre cocinero. Un buen periodista. Pero afortunadamente muy buen agente de prevención, energizado por mis resultados y por la pasión.
Jamás pensé que iba a tener mucho más éxito que en las entrevistas y homenajes a cientos de deportistas que hice en mis libros anteriores. O que en las recetas e historias gastronómicas. Ni en mis más optimistas de los sueños. Se nota y mucho que a la gente le preocupa la posibilidad de caer en este infierno. Y se notó y mucho que al libro y a mis charlas me los tome con la mayor seriedad, como es todo, por eso fueron suceso, fueron hijos del mérito, lástima que muchos no quisieron verlo, por ignorancia, miedo, envidia, y/o por celos. Ni se preocuparon en hacerlo.
Para los que no saben, la ex Secretaria de Salud me despidió. Sin haber cruzado ni una palabra, ni escuchar una charla, un video, ni leer mis notas, ni mis libros. Y eso que soy conocido… Ni mi super trabajado y resumido proyecto de vanguardia fue capaz de mirar. Solo escucharon al «Subjefe» de Fortalecimiento Social, y a algún secuaz, aquellos que me veían más como a una competencia, que como a un compañero.
En las dos gestiones anteriores había arreglado trabajar en las escuelas, merenderos, clubes, medios, cárcel… Salir a la cancha. Y no estar ahí adentro. Eso les vino «al pelo» para acusarme de que no iba nunca a Fortalecimiento. Si hubiéramos decidido eso, habría ido feliz de contento, si yo amo trabajar en esto.
Ellos decían, por todos lados, que los testimonios de un adicto con el alta terapéutica no servían de nada. Es la misma «animalada» que decir: «si vos nunca tuviste una sobredosis o una «caravana» o te metiste un «virulazo», tu palabra no vale nada…». Todo sirve, solo que no todos sabemos lo mismo. Y depende del compromiso y responsabilidad de cada uno.
Hasta hicieron disertaciones en el Centro de Convenciones convocando gente, que no sabía ni que ahí hacía… Y no me llamaban a mí, que era el que se dedicaba a eso. No es fácil la vida de un mediocre envidioso. Lo entiendo, si yo también, en las malas, era muy odioso.
Nunca fui a contarles esto, que cualquiera sabe… La deje pasar. Iba a buscar los banners y los folletos de todos los programas de «Forta», y no mucho más. Alguna reunión, y para de contar. Total, el director adoraba mi trabajo y con eso me bastaba. Llevaba los Folletos para repartirlos a cada uno de los estudiantes de todas las escuelas, contándoles en que consistían. Mis compañeros y yo. Al principio con Héctor «Chiquito» Cirolla, luego con Mariana Arriola, y después el ex director de Fortalecimiento Social, Gustavo Canova, pero muchas veces solo, porque los otros no podían.
Pero nada de lo hecho alcanzaría… ¡Marche preso! El 20 de diciembre del 2023, la flamante funcionaria, sin entrevistarme, sin leer el proyecto que le envíe, sin escuchar una charla como ya manifesté, sin saber cuantos talleres en la semana daba, ni a cuantas personas en la semana asesoraba (esto sin cobrar nada, diciéndoles que «La Muni» lo pagaba)… me iba a recibir con esta mamarrachada.
Esta fue mi triste, lamentable, y desalentadora echada. De una doctora, que debería estar más preocupada por el avance del consumo de drogas de nuestros «gurises». Y que no puede desconocer que hay que «llegar antes», hay que prevenir. Ya que curar, es posible, pero tremendamente difícil.
FEDERICO MULLER