Mariano Natalio «Adrenalina» Carrera (32-6, 23 KO) ha sido un boxeador argentino, nacido en San Isidro el 22 de julio de 1980. Su segundo nombre es Natalio en homenaje a Óscar Natalio «Ringo» Bonavena, y con tan solo 9 años su papá lo acompañó a un gimnasio de Boxeo. Así comenzó el camino de quien se transformaría en un deportista de élite y de alto rendimiento. Quién progresó tanto en el amateurismo que llegó a representar al país en los Juegos Olímpicos de Sídney 2000 bajo la dirección técnica del cubano Sarbelio Fuentes, grandísimo y reconocido formador de boxeadores. Y Mariano ha sido una de las caras más frescas y prometedoras del boxeo argentino durante la década del 2000. Con la facha, el peso y el poder de KO como para entusiasmar y enamorar al mundo del boxeo.
El 10 de mayo del 2003 se consagra campeón argentino mediano noqueando en 6 asaltos a Ramón «Chilavert» Britez en el Luna. El 7 de junio de ese año se hace del Mediano Latino OMB destruyendo a Javier «La Cobra» Mamani por KOT 8. Y el 11 de septiembre del 2004 gana el campeonato sudamericano mediano noqueando a Jose Andrés Sclarandi.
Finalmente, el 2 de diciembre del 2006 se consagra campeón mundial Mediano AMB noqueando al español Javier Castillejo, con esa victoria, «Adrenalina» Carrera, de 26 años, le devolvió al boxeo argentino un título que alguna vez tuvieron el honor de ostentar boxeadores como Carlos Monzón, Hugo Corro y Jorge «Locomotora» Castro. Pero fue despojado por dar positivo de clembuterol y ahí comienza su caída.
Tiene importantes victorias sobre Juan Ítalo Meza, Miguel Ángel «El Puma» Arroyo, Rubén Acosta, y Gustavo «El Cirujano» Kapusi. También fue destacada su polémica derrota por puntos ante Marcos Díaz. Y fundamentalmente la inolvidable y siempre recordada contra Héctor Javier «El Artillero» Velazco terminándolo por KOT en 10 ante un Luna repleto.
Siempre, más allá de todo, fue el pibe de moda, el preferido de la afición, el nuevo chico del barrio. Y el que despertaba pasiones. Ha sido un placer volver a ver sus peleas, recordar una época donde uno en esto recién arrancaba y a todo ese mundo tanto admiraba. La campaña de Mariano Carrera, nos dejó el interrogante de qué pudo haber hecho más. Pero, en retrospectiva, su obra fue grande e importante.
“Yo padecí no tener un buen acompañamiento y estuve mal asesorado. No se me hizo fácil tomar decisiones con solo 20 años y terminé pagando un costo muy alto. Fui descuidando un poco de cada cosa y la bola se me hizo gigante. Con mayor dedicación, mi alto nivel se hubiera sostenido en el tiempo. Pensé que mi vida útil era interminable y le erré feo. Además, creía que me estaba comiendo al mundo, que era invencible y todo eso me hacía subestimar todo lo que pasaba a mi alrededor. Descansaba mal, me vinculaba mal y terminé mal”.
«El 2 de diciembre de 2006 tuve mi noche soñada en Berlín. A los 26 años le gano al español Javier Castillejo y me transformé en el campeón mundial mediano. Pero cuando todo era goce, una noticia terminó siendo un golpe de nocaut. M análisis dio positivo. Estaba convencido de que no había tomado ninguna droga, se las iba a pelear a muerte. Pero después me enteré de que la sustancia prohibida era clembuterol (lo mismo que le dio a «Canelo» Álvarez), que estaba dentro de un quemador de grasas que me había recetado un nutricionista inexperto. Me sacaron el título mundial y ahí comenzó mi debacle».
«Cuando me pusieron el cinturón de campeón, sentí alivio porque el esfuerzo es tan grande y extenso que me saqué de encima un peso muy grande. Alivio porque logré lo que me propuse, alivio económico porque se venían peleas bien pagas, por mi familia que se merecía compartir conmigo mi felicidad. Porque cuando surge la chance también existe la posibilidad de fallar y cuando lo pude concretar me pude sacar una mochila pesada».
«Con la noticia del doping positivo, me pude aferrar a mi familia porque supieron contenerme ante un golpe durísimo. Yo no sabía lo que era el Clembuterol y sigo sosteniendo, a pesar del paso del tiempo, que no soy el principal responsable porque parte de mi equipo de trabajo descuidó la suplementación. Terminé pagando consecuencias carísimas y nunca más fui el mismo arriba de un ring».
«Volví a pelear por el campeonato mundial, pero ya no era el mismo y Castillejo me noqueó en seis rounds. Volví con una victoria en Córdoba, pero me retiré cuando me noqueó «Noe» González en el Luna Park. Terminé con doble fractura de mandíbula, y ya el boxeo se había terminado para mí”.
«En la previa de mi última pelea en el Luna Park sabía que se acercaba el punto final. Ya no tenía equipo de trabajo, pero como necesitaba boxear para tener dinero en el bolsillo, termine perdiendo y dejando una pobre imagen. Acepté el desafío sabiendo que tenía un pie afuera».
«Cuando dejé de boxear me costó mucho encontrar el eje. Primero probé como productor en el ciclo televisivo “Boxeo para todos”, luego di clases de boxeo recreativo, pero, sin embargo, no encontraba el rumbo. En 2015 me ofrecieron entrenar en las selecciones juveniles de boxeo y eso fue volver a vivir».
«Volver a formar parte del boxeo desde otro lugar me da muchas satisfacciones. Cuando me empecé a sentir pleno como entrenador de boxeadores, mi vida cambió rotundamente. Arranque con entusiasmo, aunque estaba muy verde para enseñar. Pero hace ocho años que estoy en esto y me encontré con aspectos positivos que no sabía que tenía, como el vínculo que tengo con los pibes, que por suerte me dan mucha bola”.
«A veces es más difícil que estar arriba del ring. Es como el copiloto en un auto de competición que suele estar más tenso que el piloto. Creo que el manual del buen entrenador es trabajar bien en la semana y refrescarle al boxeador solo algunos conceptos previos a la pelea».
«Funes Boxing, donde trabajo, es mi casa y la de muchos que reciben condiciones que yo no tuve en mi etapa de boxeador. Este gimnasio es atípico porque te brinda equipamiento médico, dos rings en excelente estado, una pequeña concentración y te mantiene el sueño de ser un gran boxeador y básicamente una gran persona».
Llego hasta lo más alto, tuvo momentos muy buenos, muy malos. Ahora está «descollando». Mariano conserva la calidez y la honestidad de cuando daba sus primeros pasos y hechizaba al boxeo nuestro. Un camino que estuvo relacionado con ser una esperanza olímpica, un campeón argentino, sudamericano y mundial. Luego despojado en un tribunal…
Fue un mediano alto, largo de brazos, con buen jab izquierdo, cross zurdo, terrible ascendente, y derecha volcada, seca, como latigazos, que venían de un cuerpo bien armado y plantado, y siempre determinado. Hoy, mucho más tranquilo y maduro, forma valores en el gimnasio “Funes Boxing” del barrio de Belgrano, y en la selección juvenil argentina de box.
Estos días, rearmando su historia, viendo sus derrotas y victorias, volví a sentir el drama, y el suspenso, que siempre provocaba verlo. Tenía el aura del pibe fachero y bueno de barrio. Cuando conectaba, los sentía, y entonces pasaba a «modo callejero» atacando «abierto». Iba a buscar el KO con obsesión, a veces siendo «boleado» o noqueado, pero siempre «dejando la vida» con convicción y valentía. ¿Por qué te crees que le decían «Adrenalina»?
LA LEY DEL DEPORTE