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¿QUIEN FUE JACK «EL TORO DEL BRONX» LAMOTTA? POR LA LEY DEL BOXEO

Giacobbe «El Toro del Bronx» LaMotta (83-19, 30 KO) fue unos de los mejores boxeadores de todos los tiempos, que murió el martes 19 de Septiembre del 2017 a los noventa y cinco años de edad. Vida larga e intensa. Conceptos que normalmente se chocan entre sí. LaMotta fue uno de los más populares y taquilleros que hubo. Su estilo fue el del «huevo y corazón».

LaMotta fue muy conocido en todo el planeta por haber sido uno de los boxeadores más guapos e inquebrantables que haya pisado un cuadrilátero. «El loco de la mandíbula de acero», con su inhumana capacidad para absorber «terribles palizas», se convirtió en uno de los boxeadores más seguidos que han caminado por este mundo… Intenso, callejero, fuerte como una piedra. Te quería poner en cuerdas y dar «leña para el carbón».

El tipo era de New York. De la parte sudeste de la isla de Manhattan. en aquel entonces era una zona portuaria llena de marineros amantes de los burdeles y del box.

Pero se crio en el Bronx. Zona de pandilleros que se enfrentaban contra inmigrantes rivales de diferentes colonias. El Bronx es una ciudad que esta dentro de otra ciudad: New York. Que supo ser gobernada por la mafia italiana.

Jack era un chico hijo de un padre abusivo que lo hacia pelear para pagar la renta. En su pre adolescencia cometió crímenes «de rutina». Fue a parar a un Correccional de Menores donde aprendió a boxear. Una vez que salió, se convirtió en boxeador aficionado, y medio enseguida y sin demasiada escuela, se transformó en un boxeador profesional con diecinueve años.

Jake LaMotta debuta un 3 de marzo de 1941 ganándole a Charles Mackley por puntos en New York. Era una cabeza dura de una mandíbula que la usaba como «escudo humano». Resistente a cualquier tipo de impacto. El contó que se ponía tan fuerte en el gimnasio que nadie le podía hacer doler. No sentía nada. Quizás solo placer al ser un chiflado masoquista.

LaMotta te iba ablandando de a poco con gran actividad. Castigaba el cuerpo y atormentaba la cabeza. Tenía un ataque salvaje. Si había que pegar se pegaba, si había que recibir se recibía, si tocaba sufrir se sufría, y de última si había que morir haciendo lo que había elegido y que encima le pagaban muy bien, se moría. La gloria y la inmortalidad estaban reservadas únicamente para aquellos dispuestos a pagar su precio. Vieja escuela de boxeadores. Más rudos y rústicos que los de ahora.

Y el loco tenía esa magnífica quijada. Se dice que fue la más resistente de la historia. Tanto es así que existe un premio «Jack LaMotta» al final del año a quien tiene mejor absorción a los golpes. El recibía castigo casi de manera sobrehumana. Los más «sedientos de sudor, lágrimas y sangre» lo adoraron toda la vida. Fue un boxeador inolvidable. Pedía por favor que le peguen.

Enfrentó, ganó y perdió con las máximas figuras de la época de la glamorosa categoría de los Medianos. Logró el campeonato mundial Mediano un 16 de junio de 1949 en Detroit derrotando por KO a Marcel «El Galán Francés» Cerdán. Otro tremendo Mediano.

La rivalidad que iluminaba el deporte de los puños era LaMotta y Robinson. La historia lo tiene ligado por los siglos de los siglos a Ray «Sugar» Robinson. El ser humano más grande y más talentoso de todos los que se hayan calzado los guantes. Pelearon seis veces. Como Prada y Gatica.

Existen dos enfrentamientos que se recuerdan siempre y se comentan en la televisión. La segunda, cuando Ray Robinson es tumbado por primera vez y pierde su invicto en una pelea tremenda y sangrienta. Y la sexta y última, de las más brutales jamás vista por una retina humana, ganada por «Sugar» Ray Robinson un 14 de febrero de 1951. La pararon en el Round 13 porque LaMotta estaba decidido a morir peleando. La historia la llamó, y aún lo hace, «La Masacre del Día de San Valentín». Ese día se hubiese horrorizado hasta el mismísimo Jack «El Destripador».

En los años 80 su figura creció enormemente. El prestigioso director de cine Scorsese filmó una película que hablaba de su vida, llamada: «El Toro Salvaje». Protagonizada nada menos que por Robert De Niro y Joe Pecy. Y que fue ganadora de ocho Premios Oscar. Elegida por la Academia como uno de los mejores films de todos los tiempos.

Jake LaMotta se convirtió en actor de muchas películas, de múltiples series de televisión. Se casó siete veces y se separó siempre. Se hizo dueño de clubes nocturnos, y fue un empedernido disfruton de la noche. Hacía años que vivía en Miami, Florida. Caminaba en grandes hoteles, con ojotas bahianas, una zunga indiscreta, y jóvenes despampanantes a su lado. ¿O pensaban ustedes que las «botineras» son una especie autóctona argentina?

LaMotta fue el dueño de la mandíbula más fuerte, sólida y resistente que el mundo jamás haya visto. La revista especializada The Ring ubica a «El Toro del Bronx» LaMotta en el puesto número cinco entre los mejores Medianos de la historia. Está detrás de Monzón, Robinson, Hagler y Hopkins.

Y entre los mejores 50 boxeadores «peso por peso» de todos los tiempos. Peleo desde 1941 hasta 1954. Su pelea definitoria fue cuando le saco el invicto por puntos a Ray «Sugar» Robinson, el gran favorito de todos. Hizo de goma los pronósticos adversos. Otras notables victorias fueron frente al gran galán francés Marcel Cerdán KO 9, contra Fritzie Zivic, la que le gano a Holman Williams, a McDowell, a Yarosz, y aquella del KO 15 en el último suspiro al francés «Tarzán» Dauthuille. El Madison era su casa. Ahí mandaba. Lo iluminaba cuando ingresaba.

Lo manejaba su hermano Joe hasta que se cansó de el y de su mal humor. Con sus mujeres era paranoico, desconfiado, celoso, y super machista. Hasta que lo dejaban porque las atormentaba «apurándolas». No tenía paz con nadie. Ya de viejo contaba su vida en bares de Miami, y andaba «medio fisura»…

Cuando se elige la pegada, el más potente, el más rápido, el mejor jab… en el rubro mandíbula de acero siempre se pelea por el segundo puesto. Porque Jack «El Toro Salvaje del Bronx» LaMotta tiene el numero uno asegurado. Como su carretilla no habrá ninguna igual. Se dice que aguantaba los «guachazos» de un bate de beisbol. Y que su guapeza y determinación disfrutaban de las peleas dramáticas. Había nacido para eso. Y para quedarse para siempre en la historia del boxeo mundial como «el que más se la aguantó» de todos.

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